1/5/15

Eso es envejecer

NyNC

Mi pelo reseco vuela a mi alrededor, dándome un aspecto de abandono. ¿Es eso envejecer? ¿Qué todo tome distancia? Me juzgo por la apariencia tan derrocada. Con lo bonita que acostumbraba a ser, pienso, en mis años de bonanza. Los chicos se morían por pedirme bailar y las chicas me odiaban por dejarlas sentadas. El recuerdo de una hermosa cabellera y una provocativa falda se desvanecía ante mi reflejo, quien me devolvía la imagen demacrada y carcomidas por las sonrisas y suspiros que dejan rastro en la piel. Mi cuerpo curtido por los soles de las playas que he recorrido a lo largo de mi vida está marchito entre las arrugas que me visten, moteadas por manchas más negruzcas. ¿Es eso envejecer? ¿Oscuridad? Me armo con las tijeras y con mi débil pulso, hago jirones mi cabello. Caen mechones canosos a mi alrededor. La primera impresión de mí tras el corte es extraña, casi repudiable. ¿Qué sería lo siguiente? ¿Llevar vestidos de flores? Me niego a eso, pero rotundamente. Me digo a mí misma que aún hay un atisbo de sensualidad en mi poco-caídos pechos y en una figura que no se ha dejado llevar por los problemas de azúcares.
Me coloco unos pantalones negros del trabajo de mi hija, sujeto por un cinturón, y una camisa blanca. Abandono la casa con un sombrero remilgado pero no muy formal que encontré días atrás ordenando el armario. No veo la necesidad de ocultar las bolsas bajo mis ojos. Los estudiantes también las llevan; o es la moda o ¿eso es envejecer? Paso de largo de mi habitual peluquería y me detengo ante otra más llamativa y moderna. “Unisex”, decora el nombre del lugar pero al hacer sonar la campanita de la puerta del local, veo personas de ambos sexos. ¿Por qué “unisex” y no “duosex” o “todosex”? Bah, jóvenes. La dependienta me atiende, mientras analiza mi corte y qué me haría. “Teñir” le pido. Extrae un catálogo y me pide con su chicletoso tono de voz que elija un el tono. Paso las páginas, observando las juveniles poses de las modelos. El rosa salta a la vista pero yo quiero ser yo misma, no un producto extraño salido de un show de televisión. Me decanto por un rubio discreto. “¡Pero si siempre has sido morena, mamá!”, replicaría mi hija y eso me hace sonreír mientras espero a que regresa la muchacha.
El tinte y su olor me invade junto con una sensación de miedo. ¿Y si no me queda bien? Me tendría que resignar y esperar a que el agua malgaste la pintura. Esperar y resignarse ¿Eso es envejecer? Respiro hondo y lo dejo estar, que como quede, será así. Por fin, entre la humedad, mi cabello vuelve a brillar, secándose y ondulándose. Estoy satisfecha con el trabajo y la elección. Le pago y me marcho contenta.
No quiero llevar el sombrero el resto del día. Es más, ni lo quiero. Nadie lo echará en falta estando tan perdido en un rincón de un cajón. Lo sujeto entre mis manos, y al cruzarme con un hombre, se lo coloco sin volverme atrás. Sé que está mirándome, sorprendido seguramente, y trae recuerdos.

La muerte está cerca. Siempre lo está pero me he dado cuenta de que cuando te hace mayor, prácticamente todo es un peligro contra el que vas perdiendo fuerzas para luchar. Lo único que puedo hacer para espantarla, es volver a nacer. Eso es envejecer.

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