21/3/15

Simón Díaz - Por amor a Venezuela





El 2 de febrero de 1999 Hugo Chávez fue elegido presidente de la República Bolivariana de Venezuela. Las tonadas llaneras de Simón Díaz resonaban por las calles de un país ansioso de romper con décadas de servilismo y dictaduras, de un pueblo donde el eco de Cuba y la espuela de Salvador Allende había calado en lo más profundo de su corazón. Fue tal la fuerza arrolladora de ese espíritu incandescente que un país hasta entonces ignorado por los medios de comunicación europeos se ha convertido hoy en objeto de debate político. El proyecto forjado en el país hispanoamericano ha sido frecuentemente desacreditado en los medios de comunicación y, pese a que todos los organismos internacionales alaban su proceso democrático, sobre el ambiente prima la sensación de que Venezuela es una dictadura donde no se respetan los derechos humanos.






Este miércoles el equipo de En tierra hostil se adentró en el país latinoamericano para tratar de enseñarnos la realidad que allí se vive. El programa se grabó hace más de seis meses, pero se emitió este miércoles, a apenas cuatro días de las elecciones andaluzas y cuando el debate político está a la orden del día. A pesar de esta incómoda coincidencia y de la línea editorial que sigue el grupo Atresmedia, decidí otorgar a Alejandra Andrade y Jalis de la Serna el beneficio de la duda. Así que abrí una lata de cerveza y me puse delante del televisor. El programa me dejó sensaciones agridulces y, al margen de su interés periodístico, me preocupa el peligroso potencial que entraña su traducción al terreno político. Los problemas que el país presidido por Maduro se relatan en En tierra hostil (A partir de ahora, ETH) se aglutinan básicamente en dos pilares: la violencia y la escasez. Aproximadamente la primera mitad del programa trata el tema de los secuestros y la violencia en las calles. Sin duda el tratamiento que se ofrece de este tema es absolutamente desafortunado. El trabajo periodístico se reduce a entrevistar a dos testimonios (secuestrados y secuestradores) ultimando hasta el más mínimo detalle de la desagradable experiencia. Todo ello aderezado de una música “terrorífica” y de una voz en off que se aseguraba de poner sobre la escena esas cosas que el espectador espera ver aunque no existan (hay “miedo a hablar” pese a esto o pese a que unas horas después las cámaras grabaron un debate abierto en la calle en que un defensor del chavismo es rodeado y amedrentado por los detractores; las cámaras mostrando un intercambio de divisas en una aduana ¡qué escandaloso!). Lo que ocurre es que, pese a la estética hitckocniana, se objetan datos importantes. Basta con consultar las ciudades con las tasas de criminalidad más altas del mundo para desmontar todo este enfoque sensacionalista. Porque, si bien Caracas es la segunda ciudad más peligrosa del mundo, 44 de las primeras 50 ciudades que lideran el ranking son latinoamericanas. De estas, cinco son venezolanas. Pero seis son colombianas, nueve son mexicanas y -atención- dieciséis son brasileñas, tres países que no pertenecen al, digamos, “eje bolivariano”, sino que están más bien alineadas con el modelo capitalista implantado por Estados Unidos quién, por cierto, también presenta dos ciudades en el ranking. Así que, digo yo, que el problema de la criminalidad no será cosa de Chávez o Maduro, sino que parece más bien un problema crónico instaurando en toda América Latina.





El segundo problema que refleja el equipo de ETH es el problema de escasez que provoca largas colas frente a los supermercados del estado, que regulan los productos básicos. Llegados a este punto del programa, me hizo bastante gracia como en Twitter -soy bastante aficionado a seguir este tipo de programas al lado de Twitter: nuevos modelos de consumo que surgen de la convergencia digital- muchos de los que se habían quedado a gusto rajando de la primera parte del programa, ahora se quedaron absolutamente mudos, quizás rendidos ante la evidencia. Todavía quedaba gente cegada que se negaba a entender que en Venezuela hay problemas y muy gordos. En ese sentido, me alegro de que ETH fulminara todas esas versiones paradisíacas del país socialista. Ahora bien, de nuevo el enfoque del programa me pareció escaso y falto de rigor periodístico. Me alegro de que las cámaras grabaran las colas, bien, ¿y ahora, qué? En Venezuela hay escasez ¡ya lo sabíamos! Hay secuestros ¡Por supuesto! Y vosotros, como periodistas de investigación ¿qué podéis aportar que no se haya repetido ya hasta la saciedad? Nada, según parece. ETH Venezuela es un programa que se dedica, fotograma tras fotograma, a mostrarnos carnaza y a mantener la tensión del espectador: un estupendo ejercicio audiovisual, pero de nula transcendencia periodística. Habéis dedicado vuestro tiempo a mostrarnos el qué, ¿qué hay del porqué? Hay una carencia inaudita de datos aportados de fuentes u organismos fiables y de testimonios contrastados -aparte del genial intelectual y experto en geopolítica Bertín Osborne- que propicien un debate equitativo. Datos como el de la pobreza extrema o la mortalidad infantil que desde la llegada de Chávez se han reducido a la mitad, o el acceso a la educación que ha quedado garantizado para toda la población. No lo digo yo, lo dicen los indicadores oficiales de organizaciones como la ONU, UNICEF o el Banco Mundial. Además, la tasa de desigualdad, medida por el coeficiente de Gini, ha descendido hasta situarse en 0,382 puntos, la tasa más baja de toda América Latina, no muy lejos de la puntuación que obtiene España (0,350).






No se realiza ningún esfuerzo en algo que es muy importante, y es la contextualización de la escena.¿Cómo estaba Venezuela antes de la llegada de Chávez y cómo está ahora? ¿Cuál es su situación comparada con el resto de países de latinoamerica? ¿Cuáles son los motivos de la escasez: la política económica del gobierno o un saboteo y acaparamiento de los empresarios para crear el caos? Mientras no se plantee un debate de tal riqueza yo, ya no como estudiante de periodismo, sino como ciudadano, no puedo integrar un reportaje como el de ETH dentro de un discurso político. El problema llega cuando uno ojea Twitter y ve la cantidad de mensajes que surgen descalificando a Podemos a raíz de la emisión del programa. Entonces es cuando uno entiende que la premeditada campaña mediática contra Venezuela tiene unos efectos persuasivos más eficaces de lo que en un principio podía parecer. ¿Por qué Venezuela? ¡Nadie se lo pregunta! Y eso es porque estamos sometidos a un bombardeo tan incesante de información, que no nos queda tiempo para reflexionar y para preguntarnos las cosas. En España, demasiado acostumbrados al sensacionalismo, hay un error crónico en la decodificación de lo político. Exigimos muy poco a la caja tonta, tenemos un déficit terrible de espíritu crítico y así es muy complicado que ese tan anhelado cambio llegue algún día.


2 comentarios:

  1. He leído tu artículo. Hoy los lectores tendrán variedad y riqueza en el debate sobre Venezuela. Eso es bueno. Te responderé esta noche cuando llegue a casa, ahora estoy en Madrid preparándome para la llegada de las marchas por la dignidad. Espero verte por allí.

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