16/5/15

Silvio Rodríguez - El escaramujo

Encuesta del CIS, abril 2015

 
La última encuesta del CIS ha confirmado lo que muchos ya auguraban desde hacía meses. La estrategia política de Podemos tenía una fecha de caducidad, y superada esta, el inicio del declive era inevitable. De situarse como segunda fuerza política con 23,9 puntos en la encuesta de enero han pasado a obtener 16,5 puntos. Niveles equiparables a los del verano pasado, donde tras las elecciones europeas se daba el inicio de su irrupción. La aparición de Ciudadanos en el espectro político (obtiene 13,8 puntos en la última encuesta del CIS) es para muchos la causa principal de este descenso. Otros lo atribuyen a una implacable e ineludible ley física: todo lo que sube, baja. Yo, sin renegar de estos dos argumentos que para mí participan de la que es la causa principal de estos resultados, pienso que la clave la podemos hallar siguiendo la lógica argumentativa del que fuera su número 3, Juan Carlos Monedero, quien anunció su dimisión al “sentirse traicionado” y tras afirmar que en Podemos “importa más un minuto de televisión que reunirse con los círculos”. Estas palabras, dichas en caliente, no sirven de cara al espectro público para nada más que para sembrar la polémica y crear una nube de artículos en los principales periódicos de la derecha mediática. No obstante, contienen en sus estratos la clave que explica el fracaso de la formación en las encuestas. Y es que Pablo Iglesias podrá atribuir esta situación a la enorme presión mediática y a la campaña de difamaciones a la que están expuestos, y no le faltará razón. Él dice que Podemos se encuentra “en un escenario de guerra de trincheras en invierno”. Que cuando prácticamente tenían tomada Moscú, llegó el General invierno: presión mediática, elecciones en Andalucía, elecciones autonómicas. Y que ahora toca esperar en el frío, el lodo y en el hielo hasta que llegue el escenario de batalla para el que ellos se han estado preparando, las elecciones generales. Pero las razones de la derrota van más allá de las condiciones climatológicas de la batalla. Sobrevivir o no al invierno depende exclusivamente de los caminos que decidan tomar y los lugares en que decidan albergar durante estos meses. En la entrevista que Monedero ofreció en Otra vuelta de Tuerka, el programa de entrevistas presentado por Pablo Iglesias, el profesor universitario realizó un lúcido análisis de la situación política así como de la estrategia comunicativa que ha seguido Podemos durante los últimos meses, y que da sentido y coherencia a las efusivas declaraciones que realizó tras su dimisión.



La apuesta de Podemos desde el principio siempre fue ganar las elecciones. Cuando tras conocerse los resultados del 25 de mayo, el líder de Podemos, partido que con apenas unos meses de existencia consigue 5 eurodiputados, sale a dar su discurso con cara de pocos amigos diciendo que el resultado es insuficiente y que el objetivo es ganar las elecciones porque de otro modo no se puede cambiar el país, la primera reacción natural de cualquier ciudadano, resignado y acostumbrado al bipartidismo después de tantos años, es la de reirse: “¿estos que van, de sobradillos? Menudos ilusos”. Pero tras la reacción inicial, el siguiente pensamiento es: “¿Qué coño? Que estos no son UPyD, que estos van en serio”. Y entonces miras las encuestas y ves que el partido empieza a subir como la espuma. Y es que no es casualidad que los líderes de Podemos sean doctores expertos en ciencias políticas y con algún que otro máster en comunicación. Aquí los “novatos”, los “frikis” o los “perroflautas” sabían a lo que jugaban. Pero, tras el empujón inicial, ¿Cómo hacer para seguir planeando en el cielo?

A Pablo Iglesias, como a cualquier experto en política, le encanta citar a Gramsci y su guerra de posiciones. Yo ni soy experto en política ni me he leído a Gramsci, pero entendí perfectamente a qué jugaba el politólogo cuando en la entrevista a Julio Anguita le explicaba el porqué del polémico gesto que tuvo con el rey Felipe VI en su visita a Bruselas al regalarle la serie “Juego de Tronos”. Cito:
“La visita del rey al parlamento europeo nos coloca en una situación muy difícil. Allí debo saludar al Jefe del Estado, colocado como uno más de todos los eurodiputados. Había dos opciones: la opción de la izquierda, la cabeza como una avestruz, no estamos aquí, no le hacemos juego al Jefe del estado. Si nosotros hacemos eso, inmediatamente nos dicen, estos no pueden gobernar puesto que son incapaces de participar en un acto institucional, forman parte de los márgenes del sistema, son testimoniales. O estaba la opción B, saludar como todos los demás, y entonces nos convertimos en la casta y aparecemos en la foto con el resto de partidos políticos. Al final tuvimos que inventar una tercera vía, que es como que sí que estamos pero nos saltamos el protocolo y nos inventamos la cosa de Juego de Tronos para crear un debate que incomode y decir, bueno, estamos en la foto, pero sin dejar de mantener ese estilo plebeyo que nos caracteriza”

Muy bien, ni contigo ni sin ti: esto es Gramsci, o Habermas, o Marx o qué se yo. A mi no me gustan los viejos referentes intelectuales, que -primero- la mayoría nunca se ha ensuciado en el fango y -segundo- hablan de otras épocas y a lo mejor se descojonarían (o se alarmarían) si, desde su tumba, se percataran de según qué interpretaciones. Frente a todos ellos, mi referente es Anguita, quién respondió: “¿Qué hacía yo? Cuando llegaba el Jefe de Estado al Congreso yo me ponía de pie y no aplaudía. ¡No aplaudía, eh! Me ponían verde, pero no aplaudía.”
Hacer política para tratar de ganar está muy bien. Yo tampoco seré de esos que dicen que la izquierda debe renunciar a llegar al poder porque el poder está hegemonizado por la clase dominante y blablablá. Yo soy de los que piensan que se puede hacer política desde abajo y además ganar unas elecciones. Pero Podemos está empezando a perder sus señas de identidad, y eso es peligroso.


Monedero en Otra Vuelta de Tuerka



Para entender la evolución de Podemos desde el punto de vista de Monedero hay que entender lo que él llama lógica del estado. El profesor concibe el estado como una engrasada maquinaria que es muy fácil que te termine devorando. Y eso es así porque la condición representativa del estado no está pensada para gestionar a las grandes masas si no es a través de la obediencia. Por eso es más fácil reunirse con el IBEX 35 que con 15 millones de trabajadores. Unos pocos que gobiernan a otros muchos a través del sometimiento, así está ideado nuestro sistema. Cuando un partido entra en el aparato del sistema, se pierde en reuniones con los representantes de la economía, de otros países, del vaticano, de las grandes empresas, de otros partidos... y se queda sin tiempo para reunirse con esa mayoría popular para la que está gobernando. Ese es el problema. Meterte en el aparato del estado “sin las vacunas necesarias” -advierte Monedero- te convierte en esclavo de esa lógica y te hace rehén de aquella frase acuñada por el despotismo ilustrado “todo para el pueblo, pero sin el pueblo”. Podemos corre peligro de institucionalizarse y eso se advierte en determinados comportamientos de los que toma parte en su campaña electoral. Y aquí es donde entra el tema de la televisión. Podemos prioriza el discurso televisivo por sobre de todas las cosas y, a través de él, trata de mimetizarse con el actual sistema. Adaptarse a las reglas del juego, en vez de intentar cambiarlas, por miedo a perder votos. Pero el miedo también se paga. La estrategia comunicativa de Podemos implica dos cosas, que son las que critica Monedero. Por una parte, pasar mucho tiempo en la televisión, perdiendo el contacto con las bases, hecho que se relaciona con todo lo anteriormente relatado. Por otra parte, el hecho de moderar su discurso, siguiendo las directrices de Errejón. Esto, en un principio, podía ser efectivo porque así se recogía gran parte del voto indeciso, o el de esa gran masa de la población sin grandes conocimientos políticos que aceptan cualquier discurso de cambio (muchos de ellos votaron al Partido Popular en las elecciones de 2011). Pero ¿qué ocurre? Que llega otra fuerza con más carisma, que sabe representar mejor esa indignación y que, además, da menos miedo. Porque sí, muchos de los que iban a votar a Podemos se van a pasar a Ciudadanos porque “da menos miedo”. Así funciona ese segmento de la población. Y mientras tanto, hay otro segmento de la población, más politizado, que Podemos no valoró lo suficiente, bien porque pensaron que eran minoría -que no lo creo- o porque creyeron que entenderían su estrategia y les serían fieles, obviando que existen más fuerzas políticas bien de izquierdas o bien que promulguen la regeneración democrática. Y por ese lado también cayeron algunos. Podemos sacrificó su discurso para tratar de posicionarse, pero a la vez volcaron sus esfuerzos en trasladarse al espacio televisivo. Y por ello mismo han caído presos de la volatilidad inherente a la televisión. Pregúntenle a cualquier actor de Hollywood o a las bailarinas de Broadway, lo dicen todos los grandes del mundo del espectáculo: un día estás arriba, el otro estás abajo. En otras palabras: ellos mismos se lo han buscado.



¿La solución? El mismo Monedero lo propone. Dejar de centrar sus esfuerzos en querer “representar” el espíritu para directamente “ser”, “formar” el espíritu. Hay que “trasladar” el espíritu, no a la televisión, si no a la población. No se trata de “cartografiar” el mapa sino de “explorarlo”, abrir nuevas vías, buscar soluciones a través del contacto y fomentando la participación ciudadana. En definitiva, volver a los orígenes.

Y para terminar, me quedo con la canción que el profesor recomienda, así como con las palabras con las que cierra la excelente entrevista: “Frente a esa idea del significante vacío de Laclau, donde tienen que vaciarse los contenidos para que todo el mundo se equipare en ellos, me gusta mucho más la propuesta de la traducción: escuchemos todas las quejas y veamos cual es el hilo que las une”.
 
 
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario