No corren buenos tiempos
para la literatura. Ni para los submundos que se encuentran dentro
del gran mundo literario. Hablo de la poesía o la narrativa. Bueno,
al lector le estoy mintiendo en una cosa: sí corren buenos tiempos
para las novelas, de alguna forma. Corren buenos tiempos porque
existe eso que se llama el bestseller, que no es otra cosa que
un novelista que ha vendido no sé cuántos ejemplares de uno de sus
libros. Pero debo diferenciar, o por lo menos así lo creo como voraz
lector que soy, entre dos tipos de bestseller. Están los
bestseller de corazón, los que llegan ahí arriba escribiendo
una historia sacada de lo más profundo de su alma. Escribir no da
para comer. Si alguien piensa que publicar un libro le va a abrir las
puertas del cielo, se equivoca rotundamente. Escribir consiste en
mostrar los sentimientos. Solo cuando un escritor consigue que el
lector sienta las palabras que ha dejado escritas, entonces es un
escritor de verdad. Sin embargo, tenemos a los otros bestseller,
esos que como Obélix se cayeron a la marmita y tuvieron la fortuna
de triunfar en un mundo literario que, a día de hoy, está más que
jodido. Retomando el inicio de
este artículo, no corren buenos tiempos para la literatura. Y es
que, en lo que se refiere a novelas, no podemos comparar a Blue Jeans
con Arturo Pérez-Reverte, ni a Dan Brown con Javier Sierra. Hay
autores puramente comerciales, no hace falta haber leído mucho para
darse cuenta de eso. Y hay autores puramente autores, que a la hora
de escribir tienen un por qué. La literatura es como el periodismo,
una manera de cambiar el mundo. Con esta breve opinión no quiero
criticar a esos bestseller comerciales que están triunfando.
Pero, ¿cree el lector que tipos como Federico Moccia o Blue Jeans
van a pasar a la historia de la literatura? Yo no lo dudo y digo un
no rotundo. No es lo mismo A tres metros sobre el cielo que La
sombra del viento. No, no es lo mismo.
La cultura del bestseller. |
Este artículo, repito,
no es para criticar al mundillo del bestseller comercial, sino
para hablar sobre los sentimientos. Y ahora es cuando giramos el
timón del barco y nos situamos frente a la poesía. En los últimos
años estamos viendo un auge de lo que yo llamaría poesía
pornográfica, pues ni
siquiera merece calificarse de poesía erótica. Esta poesía, cuyos
principales exponentes son autores como Diego Ojeda o Carlos Salem,
solo habla de sexo. Si el lector lee algunos de estos poemas
pornográficos podrá comprobar que se trata de prosa poética, y
que no habla de otra cosa que de -voy a decirlo- follar. ''Y nada /
que te echo de menos / que voy a masturbarme pensando en nosotros''.
Esto, por ejemplo, aparece en el último verso de uno de los poemas
del señor Diego Ojeda. La poesía no consiste en decir que quieres
poner a la persona a la que quieres contra la pared y hacerle cositas
en sus partes íntimas hasta que el sudor se evapore de tu cuerpo.
Eso no es poesía. Eso, diciéndolo alto y claro, es porno. Creo que el
mundo del porno no debe juntarse nunca con el de la poesía. La
poesía es el reflejo del alma, de los sentimientos. El porno
lírico es otro tipo de cosa, yo lo calificaría como mierda,
basura. Si Lope de Vega se levantara de su tumba...
El problema es que todo
en este mundo se ha materializado, y el materialismo ha llegado hasta
la poesía en forma de prosa poética que no sirve ni para fumarse un
cigarro, y cuyos temas son, una y otra vez, fornicar como monos. Pero
bueno, también ha llegado el porno a la música con estilos como el
reggaetón.
En una sociedad
materialista cien por cien, parece que no hay sitio ya para el
romanticismo ni para mostrar los sentimientos. Parece que a las
personas nos cuesta cada vez más decir un ''te echo de menos'' o un
''te quiero'' que lanzar a alguien encima de una cama y perder el
poco pudor que tengamos. Parece que el romanticismo y los
sentimientos han muerto, y que solo queda sitio para el desenfreno
físico y sin escrúpulos. Sin embargo, algunos seguimos creyendo en
los sentimientos. Porque, ya saben, nunca es tarde para ''creer que
un cielo en un infierno cabe''.
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