Hoy publico después de
un mes sin hacerlo. Primero la tensión de los exámenes, y después
todo lo contrario (la excesiva relajación de las vacaciones) han
adormecido mi entendimiento y no he encontrado, hasta esta semana,
inspiración suficiente para ponerme a hilar dos frases seguidas. Un
poco por lo mismo he estado ciertamente desconectado de la realidad.
Si me paro a pensarlo, la verdad es que nunca he tenido excesiva
devoción por la política, si bien siempre he sido consciente de su
importancia para construir las sociedades. Mi interés surge más
bien como imperativo, debido a la carrera que he escogido, y también,
en cierto modo, de una especie de espíritu cívico y sentido de la
justicia. Pienso, quizás, que no me importaría mucho la vida
pública si nuestros gobernantes lo hicieran bien ¿no es lógico?
Cada sábado pensaba, eso
sí, en ese artículo que no había escrito, y hacía un repaso
mental de los temas que habían sonado esa semana. Y la verdad es que
han pasado cosillas. Supongo que ya lo sabréis: los líos de
Carmena, la investidura de Cifuentes, la separación de CiU, la
reunión frustrada de Garzón con Pablo Iglesias y, según el
periódico que leas, también cobra relevancia la bicicleta de
neocomunista de Joan Ribó. No obstante, ha habido un tema que ha
copado la primera plana de la esfera mediática durante todas y cada
una de las semanas en las que he estado ausente. Un tema que
coincidía, que ha estado en boca de todos durante un mes y que, si
lo que me han enseñado este año en la facultad sobre la agenda
setting es cierto, debe de haber sido un acontecimiento único,
espléndido y de suma relevancia. Pero no, señores. La polémica de
Zapata y sus tuits es una auténtica chorrada.
Fuente: El Confidencial
Pero la chorrada ha dado
para portadas, artículos, reportajes, debates, tertulias. No hay
nada que no se haya dicho ya sobre este tema. Uno de los propósitos
de la industria mediática es precisamente eso, hacer que todo el
mundo tenga una opinión sobre una temática hasta el punto de
creerse unos expertos. Enhorabuena, adalid de la verdad, acaba usted
de doctorarse en retórica de la estupidez. Cuanto más rehuya uno de
la duda, la flexibilidad y la autocrítica, cuanta más verborrea y
menos filosofía haya en este mundo, mejor para los intereses de
quienes nos dirigen y de quienes nos venden los periódicos. Yo no
voy a entrar a valorar esta polémica por su propia idiosincrasia y
porque ya se ha opinado de todo, pero pienso que quien mejor ha
resumido el problema ha sido
Ada Colau en su cuenta de Facebook. Darío Adanti escribe,
también, un genial
artículo sobre los límites del humor en eldiario.es
Lo que en estos días ha
quedado demostrado y que sí es materia de preocupación, es la
enorme falta de ética moral y periodística de los medios de
comunicación tradicionales y el daño que con ello producen. Hubiera
sido muy ingenuo pensar que tras la investidura de Carmena, ciertos
sectores de la sociedad hubieran acatado con humildad su derrota.
Aquí algunos habían perdido el poder y estaban muy cabreados, pero
alienta pensar que tras una búsqueda exhaustiva a todos y cada uno
de los nuevos miembros del ayuntamiento, lo máximo que hayan podido
sacar sean unos chistes negros. Bastante malos, no por ser negros,
que también hay humor negro del bueno, pero el 90% de los chistes
-de cualquier temática- que contamos son malos (joder, ahí está la
gracia). Además, que yo no voy a ser hipócrita en ese aspecto, como
sí se ha sido desde la izquierda, incluso desde Ahora Madrid. ¿Qué
español no ha contado alguna vez uno de esos chistes? Está en
nuestro ADN.
Fuente: elsumodenaranja
Tradicionalmente, se
dice, los medios deberían dejar transcurrir unos cien días de
mandato antes de juzgar la actuación de los medios gobiernos. ¿Se
lo están pasando por el forro? Critican algunos. En absoluto. ¿Qué
medio ha criticado las primeras medidas del gobierno de Manuela
Carmena? Ninguno. Porque Manuela ya se ha reunido con las grandes
entidades para tratar de buscar una solución a los desahucios y,
mientras tanto, trata de buscar una alternativa habitacional para los
afectados; ha puesto en marcha un plan de renovación y desarrollo
urbano sostenible, ha incrementado el presupuesto destinado a los
comedores y tiene previsto paralizar la privatización de los
servicios públicos y realizar una auditoría de la deuda. Ha
iniciado su mandato con valentía, cumpliendo sus promesas,
dignificando las instituciones y dándole a los ciudadanos el valor
que se merecen. Los medios saben que por mucho que dispongan de
auténticos genios de la manipulación informativa, no pueden mentir
con tanto descaro durante tanto tiempo, más cuando los resultados de
la gestión en el ayuntamiento de Madrid va a traer mejoras que
afectarán directamente a la vida de las personas. La táctica de la
manipulación puede servir cuando se informa sobre la gestión de los
gobiernos corruptos e ineficaces. Cuando la gestión de los gobiernos
es buena, la estrategia que se usa es la del silencio: busquemos
cortinas de humo, criminalizemos a sus integrantes, pero sobretodo
que se cumpla la máxima número uno: que no se hable de la gestión.
En fin, son las reglas
del juego, ¿verdad? Es siempre lo mismo, cada cual que defienda su
castillo, otra vez los rojos contra los azules, que diría Albert
Rivera, pero aquí el dilema no es ese. Los que tanto han disfrutado
durante estos cuatro años con la guerra mediática, los que viendo
La Sexta Noche lo que más anhelaban eran las intervenciones de Inda
o Marhuenda (aquí un servidor se declara culpable), que cambien el
chip porque el escenario ha cambiado y en juego hay algo más que la
complacencia personal. Aquí lo que ha ocurrido es que todos los
principales medios de comunicación han mordido el anzuelo y han
iniciado una dinámica enormemente peligrosa. Que cuando en La Sexta
hablan de “la derecha mediática”, ya no están hablando de
Intereconomía. Señores: El País, El Mundo, ABC y La Razón; TVE,
Mediaset y ATRESMEDIA no son la derecha mediática, son los
medios de comunicación de este país. Es que por ahí se informa
la gente. Por supuesto que existen medios independientes, diarios
online, periodismo ciudadano, pero a la hora de la verdad, ocurre que
la gran mayoría de este país está abasteciéndose de la
información que proveen medios que han perdido toda la legitimidad
para realizar el ejercicio periodístico. Y algunos saben discernir
lo que es real de lo que no. Pero hay otros que no...
Viñeta de Manel Fondevila Fuente: eldiario.es
¿Por qué los políticos
de izquierdas dimiten y los de derechas no? Porque no es lo mismo que
te presionen cuatro gatos en un periódico
digital que todo el sistema mediático español al unísono. No es
humor, pero esto si que es negro, jodidamente negro. En el momento
que Zapata dimitió pensé que Carmena me había decepcionado, porque
había mostrado muy poca resistencia frente a un paradigma mediático
que ya deberían haber vaticinado y porque se había puesto el listón
muy bajo. Y no es cuestión de integridad, es cuestión de que si se
asumen responsabilidades tan rápidamente, estás lanzando un
mensaje, y es que tus enemigos te pueden presionar por que eres
débil. Estás alentándolos, y esa no es buena manera de empezar una
legislatura, porque estás invitando a las hienas a devorarte el
cuello antes siquiera de empezar a trabajar. Y claro, eso te va a
marcar. Pero por otra parte, también es cierto que cuando un caso
adquiere tanta repercusión, ocurre lo que ya he dicho, que hay gente que se traga todas las
mentiras de la prensa (aunque a mí mismo me resulte inconcebible). Y entonces, tú también debes mover ficha
para ganar terreno. La partida continúa, pero hay que sacrificar una
torre: ¿mostrar fortaleza para poder afrontar mejor la legislatura u
ofrecer una oveja a los ciudadanos? Yo no sé qué hubiera hecho,
pero hay algo que sí es cierto: Dale poder al necio y hará maravillas.
Si el statu quo
observa que el experimento de la prensa ha funcionado, pasará a
utilizar herramientas todavía más hirientes. Herramientas, por
cierto, que nos cuestan dinero a todos. Resultado: Zapata imputado
por la Audiencia Nacional por posible humillación de las víctimas
del terrorismo. Y el juego, dejó de ser un juego cuando hubo
posibilidad cárcel de por medio. Pero es que... ¿A qué desdichado
se le ocurrió ponerse a jugar con nuestro futuro y con nuestros
derechos?
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