11/3/15

Brecha entre los Dos Mundos

El cuarto de color un blanco hiriente a la vista exhalaba un duro y reconocible olor a desinfectante. Toda la familia estaba espectante, mientras David intentaba probarle al médico que él no podía ser senil a tan temprana edad, ni que había tomado estupefacientes y/o substancias extrañas, ni se había golpeado. Él lo había visto, estaba seguro de ello.

-Señor Strake, ¿en qué situación se encontraba usted cuando "supuestamente" lo vio?- Preguntó el doctor Louis, alargando las dos últimas palabras.

-¿De verdad hace falta que lo diga frente mi familia? ¿Trata usted de humillar o qué? - Replicó David, alzando la voz, a la par que señalaba a su prole. La pequeña Marie se estremeció y se aferró al cuerpo de su madre. David se arrepintió de ese gesto tras ver la reacción de su hija. ¿En serio creían que él estaba demente?

-¿Acaso tiene algo que ocultar?- Dijo Louis, alternando miradas con David y Claire, la mujer de éste.

-Pues la verdad es que no. Pero, ¿Esto no forma parte de su trabajo? ¿Por qué lo hace precisamente delante de mi propia familia?

-En busca de pruebas verídicas; lugar, situación, hora... ¿Va a relatar su versión de los hechos o tengo que enviarlo directamente a un manicomio con diagnóstico "grave"?

-De acuerdo, de acuerdo. Pues ocurrió... Ayer, cuando-

-Cielo, has pasado cinco días inconsciente - Interrumpió Claire.

-B-bueno, eso no me lo esperaba- Balbuceó David, confuso. -Entonces fue hace seis día por la noche. Llovía y había un cierto viento a ratos-

-¿Es cierto eso, Claire?- Louis la interrogaba con la mirada. Ella asintió.

-Mira, tan loco no debo estar para no haber pensado que caían peces del cielo...

-Señor Strake, continue y no se limite a hacer comentarios estúpidos.

La frustración y el odio se apoderaban de él y hacían llamear el fondo de las pupilas de David. Maldito incompetente, pedante sabelot--

Eso es, así, deja que te carcoma. Esos ilusos no te comprenden.

David abrió los ojos sorprendido y asustado. ¿De dónde provenía esa voz tan profunda?

-¿L-lo-lo habéis oído? ¿Verdad?- Su rostro se había descompuesto y ahora realmente parecía un verdadero loco. Louis apuntó en su libreta: "Sufre episodios de delirio."

-Por favor, David, continua.

Dudó un instante, y con voz temblorosa, prosiguió.

-Bueno, estaba en mi despacho. Escribiendo. Ya sabe...Soy escritor...

-Sí, sí, el mismísimo autor de"Al despertar", un libro muy bueno. Siga. -Ordenó, áspero.

-Exacto... -Frunció el ceño- El caso es que a pesar de la lluvia, que era bastante débil, abrí la ventana porque sentí que me estaba asando. Me pareció extraño ya que mi despacho es uno de los lugares más fríos de la casa.- Claire asintió, dando el visto bueno. Louis escribió “Episodios de calor".- Pero no dejé totalmente la ventana al descubierto, si no que coloqué la cortina delante. Así entraba el fresco y a la vez, evitaba el viento. Me volví a sentar frente la ventana, donde se encuentra el escritorio, e intenté seguir escribiendo, pero me veía reflejado en la cristalería de la ventana, y cual niño pequeño, comencé a hacer muecas. Era muy absurdo y cómico. Me sentía bien. Me levanté repetidas veces a acariciar a Tom, nuestro viejo San Bernardo, que estaba soñando a ratos y se movía en sueños y gimiendo sobre el sofá del despacho. Tras golpearle amistosamente las costillas del perro, volví a la mesa y cuando quise volver a escribir, me sentía...Abrumado, mareado, distante. En el reflejo del cristal ya no me fijaba en mis pantomimas, sino en la oscuridad de mi alrededor. Sentía que los muebles crujían más fuerte, que las ramas arrascaban más deprisa la fachada de la casa... Creí ser un niño y ver un monstruo en cada sombra. Comencé a sudar y a respirar con dificultad. Me giré con la esperanza de o no encontrar nada o ver un espectro y acabar con todo de una vez. Esperaba ver una bestia espantosamente peluda, enorme, con colmillos saliente, un hedor insoportable... Y sin embargo, lo que vi...Lo que vi... No parecía ser un monstruo...Quizás un ser salido de un callejón sin salida, pero no del infierno.

-¿Qué aspecto tenía, David?

-Pues, pues, le encontré sobre-
Ah, no, chico malo. Eso no se hace.
David comenzó a convulsionar. Marie chillaba de terror y Louis gritaba al pasillo, pidiendo un sedante y morfina. El ruido comenzó a propagarse por el hospital plagado de ancianitos. David emitía ruidos extraños; un hilillo espeso surgía de la comisura de sus labios. Sus ojos se inyectaron en sangre.

No es nada personal, David. Es...Para salvar mi imagen. Ya sabes.
-D-D-avid, cálmate... Si lo que quieres es que te creamos, lo has conseguido. Te creemos, pero deja el jueguecito ya. -Louis se lo dijo como un entrenador le habla a un perro cuando gruñe y está dispuesto a morder. Se le veía el pánico en los ojos. Tenía la frente húmeda. Las manos le resbalan.
Es cierto. Éste tío es un incompetente. Lo tendrías crudo si quisieses que te salvase.
"Suéltame, ser. Suéltame ya" gritaba la mente de David.
Acabemos con esto.
-IROS. Iros de aquí, dejadme a solas- Emitió un voz procedente del cuerpo ensangrentado de David. Una voz ahogada, llena de dolor y miedo.

Y obedecieron. Aunque Louis tenía la idea de volver a entrar y asaltarle con las inyecciones de morfina y sedantes.

"¿Qué quieres de mí, ser?" suplicaba, el verdadero David, mentalmente.

Oh, nada. Es mi ocupación.Y por favor, no me llames así, suena muy... Simple. Haz el favor de llamarme "amo".

Se dejó ver. Una enorme sonrisa, con unos labios de carmín claro, natural; un color de piel inhumano, demasiado lívido. Tenía el aspecto de una persona normal. Unas mejillas demacradas pero atractivas. Vestía un traje raído y largo. Flotaba en el aire, de lado, como si estuviese tumbado, con una pierna flexionada encima de la otra, totalmente estirada. Y con la mano contraria al pie flexionado, se sujetaba la barbilla. Tenía un aspecto juvenil pero a la vez maduro. Unos ojos verdes, levemente ocultos por un flequillo oscuro.
¿No me esperabas así? Sé lo que se siente. Las citas a ciegas es lo que tienen.
Al sonreír, se le marcaba un hoyuelo en la barbilla. Se acarició el perfil de sus dientes blancos con su lengua puntiaguda.
Manos a la obra.


"Espera, ¿qué--"

Se alzó. Sus pupilas se dilataron. Bajó por una escalera de aire invisible, con sus oscuros y pulcros zapatos de cuero negro, con el estilo de un caballero que invita a la dama más hermosa de la fiesta a bailar, así, con una mano en el bolsillo y la otra tendida. El conducto de suero de la muñeca se le despegó. Él puso su mano encima del pecho, agarrotó los dedos y con una fuerza invisible, arqueó la espalda de David, llevándose consigo lo que vino buscando: Su alma.
Chasqueó los dedos y dejó sobre la mesilla una nota. Abrió la ventana, se subió al alféizar, se dejó caer, despareció, con su trofeo, dejando tras de sí un cuerpo inerte, una carta y una risa malévola.
Al rato, Louis entró con un grito de guerra y armado con jeringuillas. Allí sólo había el siniestro escenario de una cama ensangrentada, el eco de la risa y una nota sobre la blanca mesilla.
La carta decía:
Humanos, vuestra negligencia os llevará a la perdición. No sólo no habéis sido capaz de creer a un ser al que supuestamente queréis, sino que incluso le habéis etiquetado de loco.
En cuanto a usted, doctor, es el más estúpido entre un reino de imbéciles. Desde un principio se lo tomó como un juego. Poli bueno y poli malo, ¿eh? Y luego los del infierno somos las bestias. Ya nos veremos en un futuro.
Y recordad, temed a las sombras. Tened miedo. Es la protección natural ante lo que desconocemos, no lo ignoréis. Sólo conseguiréis que bestias como yo y otros tantos vengan a alimentarse de vuestra pobre alma. La oscuridad todavía no ha hablado. No os confiéis, necios e impuros.



Con cariño: Gray.

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