Mucho se ha hablado y se
ha dicho sobre el futuro del periodismo. Actualmente, la profesión
no pasa por uno de sus mejores momentos, pero, paradójicamente
hablando, ahora es el mejor momento para hacer periodismo, para
volver a llevarlo a lo más alto del podio. El periodismo es más
necesario que nunca y tiene que estar más vivo que nunca. Sí, ahora
que la política está tan mal, ahora que tantos casos de corrupción
salen a la luz, ahora que la sociedad occidental parece vivir en el naufragio de la decadencia.
Esta semana pude asistir,
junto a dos compañeros de La Red-Acción, a una serie de ponencias en las que hablaron sobre los límites de la información. En este seminario se habló de periodismo de verdad, de ese que no se imparte en las
aulas, porque el que se imparte en las universidades es uno que
contiene teoría vomitiva en
exceso. Da gusto oír hablar y debatir a los verdaderos
profesionales del mundillo. Yo, personalmente, me he cansado del sistema
antipedagógico que domina la universidad española. Me he cansado de
que cada día me jodan el estómago y me hagan vomitar.
Yo disfruto mucho más del periodismo siendo autodidacta. Sin
embargo, a pesar de que estas ponencias fueron algo que -¿cómo
definirlo?- motivó mucho a la gente, o por lo menos a mí, me faltó
algo más. Hay dos obsesiones dentro de la profesión periodística:
informar y contar la verdad. El periodista debe informar, sí. El
periodista debe contar la verdad, sí. Pero el periodista también
tiene que ir más allá. El periodista no solo tiene que contar la
verdad sobre un hecho o mostrar la realidad, el periodista debe
provocar cambios, debe luchar por algo, por un fin. Este fin puede
ser cualquier cosa que motive al periodista; por ello, el profesional
de la información lucha por lo que quiere. El periodismo actual y el
del futuro deberían luchar por lo que siempre ha luchado el
periodismo: por mejorar la sociedad. Estamos pasando por un
presente-futuro; es decir, las herramientas que ayudan al periodista
a realizar su trabajo han cambiado. Sí, hablo de las nuevas
tecnologías, de Internet. Pero esto no solo ha facilitado la tarea
del periodista, también ha traído nuevos problemas. Ha surgido el
periodismo ciudadano. La
información es un bien muy preciado del que se puede hacer negocio.
En gran medida, muchos de los periodistas ciudadanos
han surgido por esto, han surgido por la pasta.
Pero se equivocan, porque el periodismo no es un medio para hacerse
rico. Actualmente, la información, gracias a Internet, se recibe al
instante. Y este es principalmente el trabajo del periodista
ciudadano: el momento. El periodista de verdad verifica hechos, comprueba, analiza, critica,
se pregunta por qué. El ciudadado no
hace esto, sino que informa del momento aunque sea mentira. No se
necesita un título para ser periodista, pero sí se necesita la
ilusión y las ganas de querer luchar por algo.
Las
nuevas tecnologías lo han cambiado todo, pero un mundo virtual no es
lo mejor para el periodismo, porque este siempre va a necesitar de
los otros, siempre va
a relacionarse con los seres humanos para sacar a la luz nuevas
historias. Eso no va a cambiar. Es la base fundamental del
periodismo.
Por
si fuera poco, además de esas ramas del periodismo obsesionadas con
la información y la verdad, también existe otra regla constante:
la objetividad. Yo creo que la objetividad no existe, ya lo decía
la semana pasada Jordi Évole en una entrevista. A mi juicio, hay un
valor más importante en los periodistas, uno que no tiene que ver
con informar, con contar la verdad o con ser objetivos: la humildad. En
periodismo lo importante es la honestidad, la humildad, la
sinceridad, el esfuerzo y la ilusión. Sin esto, nuestra profesión
sería muy distinta y no tendría la misma importancia social.
En el
periodismo que se hace hoy día, a pesar de que hay grandes
profesionales que tienen un compromiso social, falta humildad. No se
puede ser pedante. Uno no se puede creer la hostia de bueno por hacer bien un trabajo. Lo que hay que tener en cuenta es la moral, tener una moral fuerte y que luche por lo que uno quiere. Y esto es muy importante para la profesión. En el
periodismo actual está ocurriendo una fluidez constante de
información y, seguramente, en el periodismo del futuro seguirá
siendo así o incluso irá más allá, evolucionará. Sin embargo, a
pesar de las nuevas herramientas tecnológicas que mantienen al
público informado al instante, creo que se seguirán buscando
referencias humanas en el periodismo. Se tendrán en cuenta los
nombres, se necesitará la voz de un Gabilondo y la imagen de un
Évole para hacer sentir al público que el periodismo está ahí,
que está cerca de los ciudadanos y que se puede confiar en él. Si
somos humanos, elegiremos a los humanos (a los periodistas) antes que
a la tecnología súperinteligente. Elegiremos un periodismo humano y creíble. Yo lo elijo.
Límites de la Información en la URJC |
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