11/4/15

Antonio Vivaldi - Magnificat





Terminó la Semana Santa, el momento litúrgico más intenso de todo el año, momentos de alegría y procesión, de oración y arrepentimiento aunque la mayoría de devotos se han centrado, sobretodo y exclusivamente en celebrar su propia eucaristía. Estos días se nos ha brindado la oportunidad de reflexionar acerca de Jesús de Nazaret, acerca de la Iglesia y de nuestros pecados. Así lo he hecho yo -como buen cristiano apostólico romano- y vengo aquí a hacer constancia de algunos de los pecados más abominables que hoy día todavía se cometen en el sagrado nombre de Cristo.






Desde el balcón central de la basílica de San Pedro y magnificado sobre un baño de masas, el Vicario de Cristo impartía hace cinco días su tradicional bendición “urbi et orbi” en la que, una vez más, destacaron sus palabras de solidaridad, esta vez con el pueblo de Kenia frente al reciente ataque perpetrado en la Universidad de Garissa. “Je Suis Charlie Hebdo”, lloraba Europa unos días atrás, pero el suajili es un idioma demasiado extraño como para inventar un lema, así que la gente se dejó el postureo para Semana Santa. A la ciudad y al mundo, hablaba el forofo de San Lorenzo, y hacía bien, porque la institución que preside toma día tras día decisiones que perjudican a todos los rincones del mundo, aunque una cosa es hablar y otra muy distinta es rendir cuentas.



Timoteo dijo “el amor al dinero es la raíz de toda clase de males” y su sabiduría se aplica perfectamente si nos referimos expresamente al dinero que se guarda en el banco del Vaticano. De sobra son conocidas las sinuosas cuentas del IOR (Instituto para Obras de Religión) que durante muchísimos años sirvieron para blanquear el dinero de la mafia italiana. Fue durante la época de Benedicto XVI el Papa que dimitió por “enfrentarse a las intrigas de la curia”, cuando se produjo mayor movimiento. El anterior Papa pareció hacer la vista gorda a estos efectos y centró sus esfuerzos en luchar contra los escándalos de pederastia. Difícil tener éxito frente a algo que forma parte de la idiosincrasia vaticana. Dios dijo “no cometerás actos impuros”, pero no especificó a qué edad deja uno de ser puro.



El Papa Francisco llegó con su juventud desbordante y sosteniendo la bandera de la regeneración, aunque muy pronto se topó con el acecho mediático, que destapó su opaco pasado al lado de la dictadura de Videla. Pero Isaías dijo “No os acordéis de las cosas pasadas, ni traigáis á memoria las cosas antiguas”. Con sus palabras el nuevo Papa ha acabado con todo atisbo de duda que pudiera surgir sobre su figura. Palabras de tolerancia en las que hasta los homosexuales tienen cabida en la nueva Iglesia, ¿quiénes somos nosotros para juzgar? No somos obispos de Roma ni el portavoz de Dios en la tierra. Pero Bergoglio sí, por eso se puede permitir utilizar su imagen para defender un referéndum homófobo como ocurriera hace un par de meses en Eslovaquia. Una cosa son las palabras, otra cosa son los hechos. Por eso también debemos reconocer los esfuerzos que sí ha realizado el Papa Francisco para la limpieza del IOR, puesto que en verano del año pasado se nombró un nuevo presidente para la institución y se ha creado una comisión especial supervisada por la Unión Europea para investigar al banco y dotarlo de un funcionamiento más transparente. Por esta misma razón se aprobó en el Vaticano una ley de transparencia en el año 2013. Ahora bien, las leyes no lo son todo, y en materia de transparencia los españoles podemos estar seguros de eso. Toda medida que se pueda tomar no sirve de nada si no existe detrás una sociedad civil que se afane por exigir responsabilidades. Y no parecen los obispos un nicho de población que se distinga por su espíritu crítico. La prensa parece que tampoco va a tomar ese testigo, sino que ha abanderado la campaña de lavado de imagen de la Iglesia. Todas las noticias que nos llegan al respecto versan en torno a las distintas misas, bendiciones y declaraciones del pontífice en el ejercicio de sus espléndidas habilidades oratorias, pero hay poco periodismo de investigación que atestigüe cambios reales en el fondo del IOR.

Los que si exigen rendir cuentas a la cúpula papal sobre sus actividades son los eternos ignorados, activistas y organizaciones independientes que dudan de la buena fe de algunas de las inversiones realizadas por la Santa Sede. La organización ecologista internacional 350.org inició una campaña que exigía al Vaticano que dejase de invertir en combustibles fósiles, causantes del cambio climático que empieza a afectar a algunas regiones del mundo como Filipinas, víctima de tifones absolutamente devastadores. Otro asunto pendiente es la alianza del Vaticano con Monsanto y las industrias farmacéuticas. Jesús dijo “soy el Pan de la Vida”, y yo no me imagino al Altísimo en bata blanca y con una jeringuilla inyectándole mejunjes químicos al Espíritu Santo. La iglesia debería dejar de ser tan hipócrita en algunos aspectos y ser totalmente tajante en otros, como en el uso de preservativo, sobre el que todavía se espera una pronunciación del Papa. Para zanjar ese asunto, precisamente, sí que basta con palabras y no con hechos, es decir, invertir en la multinacional de viagra y anticonceptivos Pfizer como hacía el que fuera presidente de la Conferencia Episcopal Rouco Varela no cuenta como defensa de la gomita.



Procesión en Semana Santa



Con ello y pese a todo, debo reconocer que éste es probablemente el mejor Papa de la era moderna. Y que limpiar una institución podrida hasta la médula no es una tarea sencilla. Los que vienen a limpiar España, lo saben. Ocurren tantas cosas en dos semanas, que al final uno no sabe de qué hablar. Que si censura, ley mordaza, que si vamos destituyendo periodistas o vetando a jueces por motivos políticos, que si crisis internas, que si Esperanza Aguirre. Uno se cansa de tanta mierda. ¿Alguien va a venir a barrerla?


Pablo Iglesias dijo que el Papa y él están en la misma barricada. ¿Se refiere a la verborrea dialéctica o a la verdadera voluntad de cambiar las cosas? Las encuestas empiezan a dar la espalda al personaje de Pablo Iglesias y demandan ya al Pablo Iglesias politólogo. El discurso de masas, en un país que ha sufrido tres décadas de dictadura, es peligroso a largo plazo. Pero no se, es él quien tiene un máster en comunicación, no yo. Pero el cambio no termina cuando los nuevos alcanzan el poder. Todo lo contrario, en ese momento sabremos si se puede llevar acabo aquello que predican. Los ejemplos que los preceden no son muy alentadores. Antes del Papa Francisco, había llegado Obama, el primer presidente negro, para cambiar el curso de la historia. Pero no ha podido cumplir prácticamente ninguna de sus propuestas. Estados Unidos sigue siendo un avispero que a poco que se agite saca a relucir su racismo arcaico y su brutalidad policial. Sigue siendo el germen de muchísimos conflictos armados, confraternizado con Europa en su política imperialista al servicio de los más poderosos. Un escenario en que el presidente no pinta nada.






A menudo pierde uno la fe en aquello que debería creer.  La experiencia parece indicarnos que lo del consenso democrático es un mito incapaz de cambiar nada. Hasta la tan aclamada socialdemocracia ha fracasado. ¿Tiene remedio España? ¿Tiene remedio Europa? ¿Tiene remedio este sistema? ¿Recuperará algún día el pueblo su dignidad y soberanía? Quién sabe. Sólo nos queda seguir navegando hacia delante, sin rumbo, levantarse cada mañana a esperar la siguiente estocada. La vida es como un contrato único indefinido, nunca sabes por donde te va a sorprender. Que se lo digan a Albert Rivera.



Prometeo encadenado. Rubens

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