24/4/15

El poder de la palabra

Recuerdo que una vez le dije a una persona cercana a mí que ''la palabra es una de las armas más poderosas del mundo y, si no mides bien lo que dices, puedes hacer mucho daño a alguien''. Como diría Ryszard Kapuscinski, las palabras son ''rebeldes''; ''palabras que no van vestidas de uniforme de gala, desprovistas del sello oficial''. Son el ''terror de los tiranos'', el ''instrumento de revuelta, de organización y de lucha contra el cual las armas de poder se revelan de repente''. Pero las palabras también sirven para pedir disculpas.

Hace dos semanas escribí uno de mis artículos más personales. En él, pretendía opinar y ser crítico de una manera un tanto literaria y con ciertos toques de humor. Algunas personas no captaron esto. En ese artículo yo hablaba de una fuente que no podía revelar. Si alguno de los lectores que leyó el artículo creyó que esa fuente era alguien real, lo siento, pero no. Esa fuente es la persona que está escribiendo esto ahora mismo: un servidor. Por eso digo que se trata de un artículo muy literario, también por su contenido, que deja caer un humor con toques ácidos. Lo siento, soy así.

No he venido aquí a vender humo, como harían algunos. He venido a pedir disculpas a una persona: al locutor al que hacía referencia en mi artículo. Quiero quedar bien claro -y digo BIEN CLARO en mayúsculas- que todo lo que escribí sobre él es una completa basura. Sí, me han leído bien, he dicho basura. Un escritor, en mi caso, cuando escribe algo mal, debe reconocer que es una basura si así es. Y un periodista, también en mi caso, debe pedir disculpas si comete errores a la hora de criticar algo o a alguien, o a la hora de no contrastar información. Públicamente hay que saber dar la cara, y yo la intento dar siempre. Por ello, quiero pedir disculpas, desde este humilde blog y desde estas humildes palabras, al locutor de la radio de ese lugar del que vengo -no me malinterpreten algunos con estas palabras-. Lo que dije sobre este locutor no tenía cabida en el artículo. Lo que expuse es mentira, información mal contrastada, y por ello asumo mi error. Siempre he defendido que no se necesitan estudios para hacer lo que a uno le gusta, y voy a seguir defendiéndolo. Hay algo mucho más importante que los estudios: la ilusión por hacer lo que más te gusta. Ahora sé que este locutor de radio está donde está porque ha perseguido su sueño desde muy joven. Eso es lo que cuenta: tener ilusión y tratar de conseguir lo que quieres en esta vida.
A veces soy una persona muy pesada, y me gusta repetir mucho las cosas, por eso, vuelvo a pedir disculpas al locutor por mis palabras. Quiero quedar claro que la función que hace la radio en ese lugar -repito, no me malinterpreten- me parece muy importante, igual que la del periódico que hay allí. Yo no soy quién para decir que este u otro trabaja mejor. No, no lo soy. Soy un chaval de 18 años que a veces se quema con las cosas que pasan en el mundo, y que, sinceramente, quiere intentar cambiarlo. Pero me queda mucho por aprender y el camino es muy largo. Para terminar con este tema, quiero mandar al locutor y a su equipo todo mi ánimo para que continúen informando a los ciudadanos.

Sé reconocer mis errores, y los intentaré reconocer siempre. Vamos a cambiar de tema. Vamos a hablar del famoso pub. Si alguien se sintió ofendido por mis comentarios, pues lo siento, pero en ningún momento -y sobre este tema sí que no- falté el respeto a nadie. Quizá, y eso lo reconozco, fui muy vulgar y no me centré en detalles. Yo no quiero problemas con nadie, ni con dueños ni con clientes. Eso lo quedé claro en el artículo que ha causado tanto revuelo. Tampoco voy contra ningún bar, local, pub del lugar de donde vengo; al contrario, es una de las pocas cosas que tenemos los jóvenes para divertirnos, y me parece estupendo que cada uno se divierta de la forma que quiera. Vuelvo a repetir que en mi artículo fui claro a la hora de no faltar el respeto a nadie. Me equivoqué, además, en otra cosa: hablé de una generación nini. Grave error. A veces nos dejamos llevar por las palabras y por el gusto de escribir, y no es hasta tiempo más tarde cuando te das cuenta de que has cometido algún fallo en tu escrito o de que te gustaría cambiar algo. Pero lo que está publicado, está publicado, y queda ahí para siempre, como dije en uno de mis últimos tuits. No debería haberme referido a una generación nini, sino que tendría que haber hablado de una generación anómica. Me explico. En los comentarios al artículo mucha gente creyó que yo consideraba ninis a todas las personas que acudían a ese pub. Y eso no es así. Sé que hay mucha gente que, al igual que yo, se curra mucho las cosas para poder sacar sus estudios adelante; también hay gente -y me incluyo- que ayuda a sus padres en su trabajo o en el campo. Hay mucha gente con estudios, y gente sin estudios, que va a ese local. Nadie debe meterse en este asunto, y mucho menos yo. Así que, me disculpo por mi error. Me disculpo por haber hablado de generación nini cuando sabía que la mayoría de las personas que acuden a ese local no son los llamados ninis. Más adelante explicaré qué entiendo por generación anómica. Pero no prendáis la antorcha todavía, aguantad.
En mi artículo también hablaba de la entrada de menores cuando, en teoría -o según sé yo-, está prohibido. Ahí fallé también. La educación depende de tres factores: padres, profesores y los propios jóvenes. Pero, además, hay otra serie de puntos claves que configuran la educación de una persona, como pueden ser los amigos o las relaciones que establecemos con otras personas en nuestra sociedad. Dicho esto, que se permita la entrada de menores en ese local es problema, únicamente, de dicho sitio. Que los menores quieran entrar ahí es cosa suya y de sus padres. Sin embargo, he visto una serie de cosas con mis propios ojos y también a través de las redes sociales -los datos están ahí- que me parecen un tanto aberrantes y depravantes si hablamos de la sociedad en la que vivimos. Me refiero a fiestas donde la carne de una mujer, o de varias, e incluso la carne de hombres está más que presente. En mi opinión, creo que esto no es sano para ninguna persona, pero cada uno es libre de hacer lo que quiera. Y este tipo de eventos o, mejor dicho, de actos, muestran el lado más corrupto de nuestra sociedad. Y, ojo, la corrupción no solo hay que relacionarla con los fraudes fiscales, pues existen muchos tipos de corrupción. A la que yo me refiero es a la corrupción humana de Occidente, y los actos que ocurren en ese local son un ejemplo más de esto. Yo entiendo que, por intereses económicos -o por lo que sea-, el propio local se haya sentido molesto, pero todo el mundo debería saber aceptar una crítica y no dejarse caer en el insulto más personal. Sobre estos actos, que cada uno haga lo que quiera: local, menores y gente que va con frecuencia a este sitio. No me meto más en este tema. Eso sí, he visto, por los comentarios que algunas personas dejaron, un ataque hacia mí a nivel personal que no me ha parecido adecuado. Yo en mi artículo respeté; está ahí escrito, por si alguien lo quiere volver a ver. Pero a mí no se me respetó, y desde el minuto uno -e incluso por Twitter- recibí comentarios insultantes. Y, un consejo, si se insulta a alguien por lo menos que se insulte bien, y no con sandeces ni tonterías repletas de faltas ortográficas y sin ninguna coherencia en el contenido. Por cierto, atacar en lo personal me parece lo más rastrero y cobarde que hay, así lo digo. Porque, que quede claro una cosa: algunos creen conocer a las personas, pero en realidad no tienen ni idea de cómo son, ni de su vida. Me gustaría relacionar el tema de los insultos con el tema de la libertad de expresión. Se puede opinar, se puede criticar, pero sin caer en el insulto. Y, por eso, me hacen gracia -en el mejor de los sentidos- los anónimos que te atacan personalmente. Creo que esto es síntoma de cobardía. Vuelvo a repetir que con el artículo de hace dos semanas no pretendía ofender a nadie ni atacar a nadie. Simplemente, quería mostrar un ejemplo más de un tipo de cosa que (dentro de mi idea y de mi opinión) no es bueno para los jóvenes españoles ni para el porvenir de nuestra sociedad. Espero haber sido claro.

Con este artículo que están leyendo quería explicar y relajar el mal ambiente que se ha creado por una opinión sobre un local y sobre el sitio del que vengo. El tema del locutor era más serio, pero ya se ha solucionado. Cuando te equivocas, lo único que te queda, si eres honrado, es saber reconocer los errores y pedir disculpas. Eso también lo hace un buen periodista. Y yo creo que aquí lo he hecho: he reconocido los que yo creo que eran mis errores y he pedido disculpas por ello. Yo soy un persona trabajadora; a mí el lugar del que vengo no me ha dado nada, todo lo que tengo ahora se lo debo a mis padres y a mi esfuerzo por querer seguir luchando en esta vida. Los ''mimaos de papá y mamá'' son otro tipo de personas. Yo, desde luego, no.

Antes de acabar, me gustaría hablaros de un concepto que se ha quedado en el aire: generación anómica. La anomia -sin tilde- es un término que nació de la mano del sociólogo francés Émile Durkheim, y consiste en la pérdida de valores. Por generación anómica me refiero a una generación de jóvenes, en su mayoría, que han perdido los valores más humanos: la sinceridad, la humildad, el respeto, la propia educación... Y que han dejado paso a una serie de valores que están desmoronando nuestra sociedad: el chuloputismo, el egoísmo, el materialismo sexual, la cosificación... y los platos fuertes que lideran estos valores anómicos: la envidia y la mediocridad. Con los actos que ocurren en ese local, me parece que varios de estos valores se promueven. Y yo, qué le vamos a hacer, soy una persona muy social; es decir, me preocupo demasiado por la sociedad. Así que creo que este tipo de locales no hacen bien a nuestra ya malparada sociedad. Pero es una opinión hecha con todo mi respeto hacia todas las personas que se puedan dar por aludidas y, por tanto, no tiene que importarle a nadie. Por último, reivindico el lema revertiano ''sin cultura no hay futuro'', pues creo que la cultura y un cambio de valores es lo que más necesita nuestra sociedad ahora mismo. Pero es una opinión, nada más.

Guardad las armas, tranquilos. Espero que todo haya quedado aclarado. El respeto como base del progreso, del diálogo, de la opinión, de la crítica, de la educación... De lo que haga falta. Espero que estemos en paz, porque este humilde escritor deja la historia, y a su gente, del lugar de donde viene. Deja a un lado a Jaraíz.

Y colorín colorado este cuento se ha acabado. FIN.

1 comentario:

  1. Eres demasiado pesimista respecto a la sociedad. Espero que encuentres jóvenes que te hagan ver que el futuro no está perdido. Un saludo!

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