Exámenes,
una palabra compuesta por ocho simples letras y que puede ser la
pesadilla de cualquier estudiante.
Podemos
acordarnos de cómo entrábamos de la mano de nuestros padres con esos
uniformes azules de cuadritos o rayas y, ahora, sin embargo, vamos en metro escuchando
música a la universidad o andando por la calle hasta el instituto. Ahora, podemos recordar cómo nos costaban las asignaturas y, en la actualidad, vemos a un
niño de Primaria decir que las ecuaciones no las entiende y nosotros
en nuestra mente pensamos: "Ojalá pudiera estudiarlo por ti".
Llegan esas fechas terribles, los exámenes finales, globales o quien teme a la Selectividad, noches enteras en vela con la única compañía de libros y apuntes, sumergiéndonos en un mar de letras y números (con la compañía de un café). Donde nuestras habitaciones y bibliotecas son un santuario en los que ningún sonido nos puede sacar de nuestro mundo.
Ver
que es Septiembre con frío y lluvia, pero sin darnos cuenta llegar a Junio
bajo el sol del verano. Entonces, el momento de los exámenes se acerca, los nervios nos controlan. Sin duda, esta es la época donde más solemos
caer enfermos y en la que, debido a la falta de sueño, no somos dueños de nuestro
cuerpo.
El genio se hace con un 1% de talento, y un 99% de trabajo Albert Einstein
Por fin llega el día, pero nada podemos hacer, solo saber todo el esfuerzo y tiempo invertido y que ha merecido la pena. Aunque pensemos que vayamos a suspender, decir orgulloso que has trabajado en ello, y que si hemos llegado hasta aquí... ¿Por qué no vamos a llegar más lejos?.
Confiar
en ti mismo y tener seguridad, para, después, poder disfrutar del verano como
nunca y, si por desgracia no es así, saber que no se va a acabar el
mundo y que hay más oportunidades.
El triunfo no está en vencer siempre, sino en nunca rendirte
El triunfo no está en vencer siempre, sino en nunca rendirte
Muy buena entrada ;)
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