17/4/15

Brecha entre los Dos Mundos (4)

David luchaba por contener la risa cuando Aefis manejó su figura. Por alguna razón, notaba sus dedos recorrerle la cabeza, la espalda y los pies, aún en ausencia de estos. El primer instante en la que su alma se fusionó con el cuerpo, éste sufrió un espasmo que provocó la rotura del gancho que le sostenía. Gray le sujetó la cabeza.
-Aún no trates de caminar. No podrás. Trata de concentrarte en cada punto de ti.
Aefis se agachó con dificultad sobre sus rodillas y pasó unos dedos por el dorso de la mano del nuevo David.
-¿Lo notas?
Un quejido indefinido brotó de él.
-Intenta centrarte en tu dedo índice.
Un indeciso tembleque dio lugar a un movimiento conciso. Ese sería el primer modo de comunicarse con un sí y un no. Fue una labor muy larga, contabilizados en horas humanas. Lo que llevó más tiempo fue retomar los sentidos de la vista y el gusto. Cuando logró ponerse en pie, y a pesar de la paciencia de Aefis y el tiempo invertido, David no supo coordinarse y se cayó de bruces nuevamente. Gray suspiró cansado, cosa que David percibió, y en respuesta emitió un triste gemido. Aefis incorporándose despacio, le consoló:
-No te sientas mal, tu cuerpo ha vuelto, de alguna manera, vuelto a nacer. Lo extraño es la voz. Las cuerdas deberían haberse recuperado. Quizá sea cuestión de tiempo.
-¿Y si no...?- Preguntó preocupado Gray.
-Ya veremos- Respondió enjutamente- Llama a Daunis y a alguno de sus muchachos para levantar a este armatoste.
Gray asintió firme, recolocándose la chaqueta, y marchó. Su palacio seguía siendo un misterio para David, quien tumbado boca arriba, buscando la salida de la armería. Estaba repleto de pasadillos laberínticos y sin embargo, él sólo veía oscuridad. Respiró profundamente, apoyando las palmas de las manos a cada lado de su cuerpo con rabia, harto de estar preso en un organismo inútil, y se irguió lentamente, entre resoplidos. Cuando lo logró, Aefis puso un cuadernos gris y ocre en sus rodillas y le brindó un lapiz. Torpemente, David abrió por la primera página y escribió con letra de niño, pausadamente:
“¿Cuándo podré hablar?”
-Ojalá lo supiera, normalmente no es así, en lo que recomponemos el tacto surge.
“¿Normalmente? ¿Cuántos mortales habéis arrastrado hasta aquí?”
-Tanto como arrastrar,... El alma nos enseña cosas insospechadas, pero también tenemos curiosidad. Descuida, nadie sufre daños. Aunque tú podrías...
“La guerra. La guerra con Xalos. ¿Por qué yo?”
-No soy quien se encarga en elegir sujeto, joven. Fue la elección de Gray, y me fío de él.
“¿Podría morir?”
-El cuerpo sí, tu alma de mortal huiría sin remedio hasta la salida.
“¿Vosotros tenéis alma? ¿Huís a otro lugar cuando morís?”
-Que muchacho más preguntón. Tómatelo con calma. Hay tiempo de sobra.
David sonrió ante la anciana. Su primera impresión de ella era la adecuada.

Entonces, aparecieron Gray y Daunis, éste último nuevo para David pero le recordaría por algo más que su físico.

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