David luchaba por
contener la risa cuando Aefis manejó su figura. Por alguna razón,
notaba sus dedos recorrerle la cabeza, la espalda y los pies, aún en
ausencia de estos. El primer instante en la que su alma se fusionó
con el cuerpo, éste sufrió un espasmo que provocó la rotura del
gancho que le sostenía. Gray le sujetó la cabeza.
-Aún no trates de
caminar. No podrás. Trata de concentrarte en cada punto de ti.
Aefis se agachó
con dificultad sobre sus rodillas y pasó unos dedos por el dorso de
la mano del nuevo David.
-¿Lo notas?
Un quejido
indefinido brotó de él.
-Intenta centrarte
en tu dedo índice.
Un indeciso
tembleque dio lugar a un movimiento conciso. Ese sería el primer
modo de comunicarse con un sí y un no. Fue una labor muy larga,
contabilizados en horas humanas. Lo que llevó más tiempo fue
retomar los sentidos de la vista y el gusto. Cuando logró ponerse en
pie, y a pesar de la paciencia de Aefis y el tiempo invertido, David
no supo coordinarse y se cayó de bruces nuevamente. Gray suspiró
cansado, cosa que David percibió, y en respuesta emitió un triste
gemido. Aefis incorporándose despacio, le consoló:
-No te sientas mal,
tu cuerpo ha vuelto, de alguna manera, vuelto a nacer. Lo extraño es
la voz. Las cuerdas deberían haberse recuperado. Quizá sea cuestión
de tiempo.
-¿Y si no...?-
Preguntó preocupado Gray.
-Ya veremos-
Respondió enjutamente- Llama a Daunis y a alguno de sus muchachos
para levantar a este armatoste.
Gray asintió
firme, recolocándose la chaqueta, y marchó. Su palacio seguía
siendo un misterio para David, quien tumbado boca arriba, buscando la
salida de la armería. Estaba repleto de pasadillos laberínticos y
sin embargo, él sólo veía oscuridad. Respiró profundamente,
apoyando las palmas de las manos a cada lado de su cuerpo con rabia,
harto de estar preso en un organismo inútil, y se irguió
lentamente, entre resoplidos. Cuando lo logró, Aefis puso un
cuadernos gris y ocre en sus rodillas y le brindó un lapiz.
Torpemente, David abrió por la primera página y escribió con letra
de niño, pausadamente:
“¿Cuándo podré
hablar?”
-Ojalá lo supiera,
normalmente no es así, en lo que recomponemos el tacto surge.
“¿Normalmente?
¿Cuántos mortales habéis arrastrado hasta aquí?”
-Tanto como
arrastrar,... El alma nos enseña cosas insospechadas, pero también tenemos
curiosidad. Descuida, nadie sufre daños. Aunque tú podrías...
“La guerra. La
guerra con Xalos. ¿Por qué yo?”
-No soy quien se
encarga en elegir sujeto, joven. Fue la elección de Gray, y me fío
de él.
“¿Podría
morir?”
-El cuerpo sí, tu
alma de mortal huiría sin remedio hasta la salida.
“¿Vosotros
tenéis alma? ¿Huís a otro lugar cuando morís?”
-Que muchacho más
preguntón. Tómatelo con calma. Hay tiempo de sobra.
David sonrió ante
la anciana. Su primera impresión de ella era la adecuada.
Entonces,
aparecieron Gray y Daunis, éste último nuevo para David pero le
recordaría por algo más que su físico.
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