David observó atónito la armería en una muda e invisible sorpresa. Aún en su
etérea figura, miraba crítico el ordinario traje que le
presentaban. No era por el corte de las mangas, la coraza o los
botines por lo que le resultaba extraño. Era el hecho de vestir un
cuerpo. No era una víctima como él, sino un ser del abismo.
Resultaría violento vestir un muerto por muy inerte que se
encontrase, tan burdamente colgado de una percha. Se aproximó,
absorto en sus dormidos rasgos, similares a los elfos de las leyendas
y sobretodo a Gray, incluso con su misma tonalidad pálida. El
verdadero cuerpo vestía ropa de color bermellón y dorado, de tela
suave y bien ajustada a la piel bajo esa coraza, esa misma epidermis
repleta de escamas duras, rugosas.
-Adorable,
¿verdad?- dijo su huésped, a su espalda mientras sorbía de una
taza de porcelana blanca que apareció por arte de magia. ¿Pero qué
no era fantasía en aquel lugar?
-No me quejo de la
ropa pero quizá de su propietario...
-Él tampoco pone
pegas a lo que lleva -Contestó, burlón.
-¿Y cómo se
supone que me voy a meter... Ahí?- Replicó, con un suspiro cansado.
- Bienvenido a la
vida de príncipe, ¡te vestirán!
A Gray le divertía
en exceso que su recluta estuviese tan perdido y se dejase manejar
tan fácilmente. Tras su figura y sus brazos extendidos en un gesto
de gloria, apareció una persona baja y encogida que, con desprecio,
apartó a Gray. Aquella acción y su semejante frágil le produjeron
a David una sensación de inmediato cariño.
-Aefis, acordamos
mantener una tregua.
La anciana,
sabiamente, replicó con una voz ronca y débil:
- No te había
visto, pero estabas en mi camino.
-Esa excusa no te
vale ya- Refunfuñó Gray, mientras cogía con mimo su taza que había
saltado peligrosamente entre sus dedos al recibir aquel abuso tan
gratuito. - David, ésta amable y gentil mujer, será la encargada de
vestirte hoy y, si los dioses lo quieren, deshacerlo en un día
futuro.
-Ae...Aefis, ¿cómo
funciona esto de los cuerpos y las almas? -Preguntó curioso,
observando la blancura del iris de sus ojos que se aproximaban con
paso dubitativo. Aefis alzaba los brazos y comenzó a entrelazar unos
hilos invisibles, pero se detuvo ante la pregunta.
-Gray. ¿No le has
dicho nada a este muchacho?- Guardó las manos a su espalda,
pensando.
-No hemos tenido
tiempo...
-Mentira, quisiste
mantener el misterio.
-David, eres un
chivato
-¡Y tú un
mentiroso!
Aefis, que
aguardaba con una afable sonrisa arrugada y los párpados cerrados,
interrumpió.
-Tu consciencia es
tu alma. A medida que vamos creciendo, tomamos en cuenta la realidad
y nos forjamos. Hay quienes son corrompidos por ideas perversas y
quienes viven entre ideales de la misma categoría y se mantienen
puras. Todo depende de uno mismo, pero el lugar del alma está
controlada por dos facciones. Inicialmente, era un único dominio, el
de Zhauk, que perdura y del lado en el que se supone que combatirás.
Pero como no puede haber luz sin oscuridad, nuestro sabio Zhauk fue
capaz de encontrar esta esencia opuesta a la pureza, llamada Xalos, y
la mantuvo cautiva entre las paredes de su palacio. Cuenta la leyenda
que desde entonces no pudo dormir, ya que Xalos le atormentaba y su
única huida era la meditación. Llegó a tal punto y desesperación
por mantenerse como un soberano incorrupto que entró en el mundo de
su mente y nadie supo deshacerle el hechizo. Se rompió el equilibrio
entre las dos fuerzas dormidas cuando apareció un mortal que alcanzó
el nivel espiritual de nuestros habitantes y dado que mantenía la
forma de su alma, aprendió a fusionarse con nuestros cuerpos. El
ansia de poder que sintió al hacerlo, le provocó la perdición y la
ruptura de la hegemonía de la pureza entre los Dos Mundos. Xalos
que, encerrado pero no aturdido, percibió el cambio y se desató,
huyendo en la inmensidad del abismo. Y aunque controlamos el alma, la
mente de nuestros seres sigue siendo libre e inalienable, y los que
se sublevaron ante un Zhauk dormido, partieron para unirse a Xalos.
En cuanto al hombre lo liberó, fue capturado y con el tiempo nos
enseñó la manera de controlar un alma en el abismo y colocarla en
otro cuerpo, vivo o muerto.- Cansada por el soliloquio, suspiró y
añadió- Fue un profesor muy duro pero no se puede debatir su
eficacia.
- ¿Hace cuanto
desde que se rompió este equilibrio?
- Los años no
transcurren igual en la Tierra que en el Abismo, joven.
- ¿Por qué
debemos combatir contra Xalos? ¿No está tan distanciado de Zhauk
como pensabáis?
- Zhauk y su
reinado no corren peligro. Quienes deben temer son los humanos.
-¿De qué deben temer...?
-De lo que desconocen.
-¿De qué deben temer...?
-De lo que desconocen.
Estas palabras
desconcertaron a David, pero Gray disimuló una sonrisa. Disputase o
no con aquella anciana, ella le había enseñado a ser.
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