17/1/15

Fairuz - Habaytak Bisayf


Hace unos días, terminaba de leer uno de los libros más recientes del reconocido sociólogo de nacionalidad belga Armand Mattelart. Un mundo vigilado habla de cómo las sociedades democráticas han permitido que con el avance de las tecnologías se conforme un sistema de vigilancia cada vez más sofisticado que ha amputado nuestras libertades y nuestros derechos más fundamentales. Sistemas de escucha global como el proyecto Echelon, cámaras de seguridad, chips RFID, huellas genéticas y corporaciones militares y de espionaje cada vez más complejas. Hace unos años, estar fichado significaba estar relacionado con la delincuencia; hoy, no estar fichado es motivo de sospecha.

Entre los factores que han contribuido a que hayamos llegado a esta situación está el discurso del miedo institucionalizado que desde los sectores políticos se ha trasladado a la población. En un contexto de Guerra Fría, Estados Unidos identifica la URSS como el enemigo total para la nación, construyendo una dualidad bien-mal, libertad-opresión que va a definir su discurso geopolítico. Con un enemigo definido, surge el concepto de seguridad nacional que servirá de pretexto para legitimar sus medidas de vigilancia y seguridad. Tras la caída del muro, Estados Unidos va a crear un nuevo enemigo: el terrorismo islámico.

No he podido evitar relacionar los últimos hechos acaecidos en Francia con el debate que Mattelart propone en su libro, y que de hecho ha resurgido en los últimos días. Y creo que es necesario que hagamos consciencia, porque estos días he sido testigo de casos flagrantes de islamofobia, desde la calle a los medios de comunicación. El debate empezaba en Twitter, donde el día después del atentado el hashtag #stopislam se convertía en trending topic en España, mientras que en Francia el trendic topic era #islamisnotculpable. La islamofobia, en un país donde la inmigración ya de por sí no está muy bien vista, está creciendo de forma alarmante, y me preocupa que surjan noticias especialmente oportunistas como esta, más aún viniendo de un periódico digital y de izquierdas, supuestamente alejado del dictamen del status quo. Y sin embargo no he visto en los medios de comunicación ni una sola referencia a la concentración contra el terrorismo y la islamofobia que acontece el domingo 11 de enero en Madrid.




Yo no soy muy partidario de las teorías conspiracionales que hablan de falsa bandera y menos si surgen el mismo día del atentado. Pero cosas como esta si que me mosquean y me hacen divagar más de la cuenta. Sembrar la semilla del miedo y la islamofobia para la CIA puede ser tan sencillo como autohackearse la cuenta de Twitter. En cualquier caso, este artículo no pretende jactarse de contestatario. Este artículo es un simple llamamiento al don de la sensatez. A no culpar al regente del kebab de la esquina de los males del mundo. A no permitir que esto o esto suceda tan impunemente. Y que si cabe fomentar el odio hacia alguna nación, que sea hacia aquella que arma y financia grupos terroristas para conservar sus intereses y seguir legitimando sus prácticas.



Por cierto, la foto la he sacado de este blog, del que recomiendo encarecidamente su lectura. Del discurso del miedo y de la sociedad de sospecha, y más concretamente de la USA PATRIOT Act, también dedica unos minutos Michael Moore en su documental Fahrenheit 9/11 (palma de Cannes en 2004), de visionado obligatorio, y que le valió un aluvión de críticas en su país.



Y como esta sección, no os lo he dicho, pero en realidad va de canciones... hoy os deleito con esta canción árabe, interpretada por la cantante y actriz libanesa Fairuz. Para alejarnos un poco de ese egocentrismo occidental que nos establece límites en la música y en otras tantas cosas.









1 comentario: