(Tal como van las
cosas tal como va la herida
puede venir el fin
desde cualquier lugar
Pero caeré diciendo
que era buena la vida
y que valía la pena
vivir y reventar)
Los
versos anteriores lo dicen todo: vale la pena vivir, a pesar de que
la vida sea muy hija de puta. Hoy es 30 de enero de 2015. Hace un año
era 30 de enero de 2014 y pocos eran los medios que se hicieron eco
de la muerte de Félix Grande. Muchos de ustedes, lectores, no
conocerán a este gran hombre. Félix nunca fue un poeta
mediático, siempre se mantuvo en el silencio. Él prefería hablar
con las palabras. Y eso sí que lo hacía con maestría, coño.
Viajaba entre el silencio y la poesía.
(Puedo morir de
insomnio de angustia o de terror
o de cirrosis o de
soledad o de pena
Pero hasta el mismo
fin resistirá el fervor
me moriré diciendo
que la vida era buena)
Y
murió diciendo que la vida era buena, porque él era un hombre que
sabía apreciar el valor de esta. Jamás conocí en vida a Félix Grande,
pero toda su obra poética refleja a la perfección ese estado de
conformidad, y de felicidad, con la vida.
Yo
conozco a Félix desde hace un año, más o menos. No sabe mi
amiga María Lorenzo lo agradecido que le estoy, pues gracias a ella
supe de la obra de Félix. Gracias, María, con todo mi corazón.
Recuerdo aquellos días fríos del pasado año en los que María me
hablaba de Félix Grande y de su mujer, Francisca Aguirre, la
poetisa.
Empecé
a leer poemas de Félix cuando la vida me dio una hostia del carajo.
El amor fue ese golpe, como no podía ser de otra forma. El mundo por
aquel entonces -y no hace mucho de ello- parecía un lugar inhóspito
para mí, y no veía un camino que me permitiera salir de aquella
situación de mierda.
(Puedo quedar sin casa
sin gente sin visita
descalzo y sin
mendrugo ni nada en mi alhacena
Sospecho que mi vida
será así y ya está escrita
pero caeré diciendo
que la vida era buena)
Un
buen día, cuando habían pasado un par de meses desde la muerte de
Félix, a mi mente se le ocurrió la brillante idea de empezar a leer
a este autor. Comencé buscando poemas suyos por Internet y, conforme
leía más y más de su obra, me iba dando cuenta de que había algo
en sus palabras que me hacían sentirme identificado con ellas. Así
fue como Félix Grande se convirtió en el poeta de referencia para
mí, el gran poeta, y acabé comprándome su libro Biografía.
Félix Grande presentado 'Biografía' (Foto: EFE) |
Félix
fue poeta, pero también fue flamencólogo. Quizá, él amaba el
flamenco más que la poesía. ''Si no llegan las palabras es que no
lo mereces'', decía Grande sobre la poesía en una entrevista para El País en 2011. Félix se había pasado más de 30 años sin
escribir lírica, hasta que en 2010 publicó Biografía, obra
en la que recogió toda su poesía y en la cual incluyó el
larguísimo poema La cabellera de la Shoá (de más de 1000
versos), en el que habla sobre el campo de concentración de
Auschwitz, en Polonia.
(Pueden matarme el
asco la vergüenza o el tedio
o la venal tortura o
una bomba homicida
Ni este mundo ni yo
tenemos ya remedio
pero caeré diciendo
que era buena la vida)
Félix
fue, es y será poeta, con todas las palabras. Solo hace falta leer
cualquier de sus poemas para saber que sus sentimientos están ahí
plasmados. Con su lírica, Grande demostró que tenía pequeños
toques de César Vallejo o Antonio Machado, y habló del amor (En el amor / no existe lo verdadero sin lo
irreparable), de la muerte (La maldición del hombre y la
mujer / caiga, en forma de besos, / contra el recuerdo de la muerte),
del paso del tiempo (Me he mirado al espejo / a alta hora de la
noche; / y me he visto fundido / con rostros y con nombres / que
habitan por mis canas / como por panteones, / que me miran con ojos /
amorosos y enormes)... Pero sobre todo habló de su vida.
(Tal como van las
cosas mi corazón se llena
de puertas que se
cierran con sigilo y temor
Pero caeré diciendo
que la vida era buena
La quiero con
cansancio con horror con amor)
He
intentado expresar en este artículo mi profunda gratitud y
admiración por Félix Grande. No sé si lo habré conseguido. Yo no
puedo hablar de un tipo como Félix, deben ser ustedes, lectores, los
que le conozcan a través de su obra.
Me
despido sabiendo que un día caeré diciendo que la vida era buena
y que valía la pena vivir y reventar.
Va
por ti, Félix.
Y va por mi abuelo Mariano, que nos dejó el 22 de junio de 2014, hace poco más de 7 meses. Abuelo, te quiero, estés donde estés.
No hay comentarios:
Publicar un comentario