30/1/15

Fracasos en la Psicología


A lo largo de la breve historia de la psicología, han ocurridos acontecimientos que podrían tacharse de atroces en el estudio del ser humano, así como resultados que despojan de toda fe que se pueda tener en este. Comentaré brevemente algunos de ellos en los cuales puede observarse cómo el hombre es capaz de desencadenarse de sus valores y eliminar toda moral de su conciencia en “situaciones límite” dentro del campo de la psicología, concretamente, la psicología social.


El experimento de Milgram.
Dicho experimento fue llevado a cabo por el Doctor Stanley Milgram, en el se plantea la siguiente cuestión: ¿Hasta qué punto un sujeto A es capaz de infringir dolor a un sujeto B ante el mandato de una autoridad C? O dicho de otra manera, ¿cómo actúan las personas en presencia de una autoridad que les obliga a realizar un acto cruel?

En el experimento se pedía a un grupo de personas de mediana edad que propiciaran una descarga eléctrica a otra persona cada vez que esta fallara en una tarea de memoria, que consistía en recordar  una serie de palabras. Cada vez que la persona cometía un error se aumentaba el voltaje de la descarga hasta finalizar en 450 W (descarga capaz de producir la muerte en el individuo). Durante la prueba nadie salió herido, ya que los que supuestamente sufrían la descarga estaban en una sala continúa y eran actores que tan sólo tenía que fingir (mediante gritos) el dolor propiciado por la descarga. En los ensayos había un actor más que hacía de supervisor, el cual rogaba al participante de la prueba que continuara con ella a pesar de los gritos generados por los nombrados actores.

Asombrosamente, el 90% de los participantes continuaron fríamente hasta los 450 W. Esto demuestra que en presencia de un “líder”, una autoridad, somos capaces de realizar cualquier cosa, aunque seamos conscientes de que el acto que estamos llevando a cabo es vil e inhumano, es decir, la mayor parte de nosotros somos capaces de someternos, obedecer  a cualquier petición que nos ha sido propuesta por alguien que consideramos autoritario en un asunto (científicos, médicos, policías…).

El experimento de la cárcel de Stanford.
Esta investigación tuvo lugar durante el verano de 1971, en ella el investigador Philip G. Zimbardo puso a prueba a un grupo de estudiantes universitarios para visualizar qué ocurre cuando se agrupa a ciertas personas “buenas” en una situación “mala”. Lo que en realidad se pretendía realizar en el experimento es la simulación de la vida en una cárcel, así podrían estudiar como las personas son capaces de asumir roles y explorar la lucha interna de cada individuo por lograr abatir al mal de la situación (el conocido “Efecto Lucifer” por los estudios llevados a cabo por el Doctor  G. Zimbardo).

El experimento se planteaba como el encarcelamiento durante dos semanas de la mitad de los participantes, los cuales asumían en rol de prisioneros; y la vigilancia de la otra mitad de los voluntarios a los supuestos “prisioneros”, ya que estos asumían en rol de guardias. No obstante, rápidamente comenzaron a ocurrir sucesos terribles: los guardias obligaban a realizar tareas horribles a los prisioneros, torturaban física y psicológicamente a estos, etc. Lo que es aún más atroz, es que todo ocurrió bajo la supervisión del experimentador Zimbardo, el cual se negaba a detener el experimento, a pesar de las peticiones de sus colaboradores.

Finalmente, el experimento de se detuvo al sexto día gracias a la denuncia de una joven conocedora del acontecimiento (sorprendentemente, esta mujer años más tarde se convirtió en la esposa del experimentador). Los participantes presentaron graves trastornos, algunos de ellos perduran en ellos en la actualidad. Hoy en día no conocen el motivo por el cual no se ha reconocido la crueldad del  experimento, o mejor dicho, del experimentador. El Doctor Zimbardo, podría decirse que, salió completamente ileso del asunto y, actualmente, aunque reconoce que la conducta que mostró durante el experimento fue inapropiada (entre otras cosas), goza del éxito que le propicio dicho experimento.



Estos experimentos nos hacen cuestionarnos hasta que punto podemos llevar a cabo la célebre frase de Maquiavelo “El fin justifica los medios”. Acaso, ¿podemos anteponer a la ciencia por encima de la ley moral que con tanto esfuerzo hemos constituido?

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