La indiferencia es uno
de los mayores males que crece en nuestra sociedad hoy en día. La independencia
con la cual las personas de nuestra sociedad trazan las calles nos hace
cuestionarnos si realmente el hombre es un ser social, o más bien, si se merece
tal calificación.
Todos los días, nos
regodeamos en la hipocresía mostrando un sentimiento que no puede calificarse
ni como positivo ni como negativo, la indiferencia. Este, se ha expandido hasta
el punto de que no sintamos ningún tipo de empatía hacia las personas que viven
situaciones desfavorables a las nuestras y carecen de todo tipo de “necesidades
primarias”. El peligro de esta situación radica en la normalización de dicha
situación, cada vez es más común observar a personas sin hogar vagando por las
calles de Madrid, y sus alrededores y lo que es más asombroso, ya nadie se
escandaliza. La hipocresía citada con anterioridad subyace en una falsa
concienciación de la población, individualmente todos apoyan una causa justa,
no obstante, en colectivo vencen las apariencias y siguen el curso social de
apatía. Un ejemplo de esto podría ser la muerte del hijo de la expolítica Sauquillo hace ya 16 años.
Sin embargo, la cosa no acaba aquí, hace tiempo (durante los mandatos de Alcalde de Madrid de Gallardón y recientemente de Botella) se pretendía atentar sobre esta gente (sin techo), como si su situación ya de por si no fuera grave. Ambos alcaldes sugirieron “depurar” la calzada propiciando “una ley que barra las calles de mendigos” mediante sanciones. Resulta contraintuitivo que una persona que no se puede costearse una vivienda pueda pagar una multa excesivamente cara (1500-3000 euros). Esta es, en mi opinión, una forma muy ignorante de no solucionar nada. Parece ser que ambos desconocían la existencia de un concepto que en los últimos años ha sido y está siendo violado, los derechos universales de cada persona. La declaración Universal de Derechos Humanos dice textualmente, "Toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure , así como a su familia, la salud y el bienestar, y en especial la alimentación, el vestido, la vivienda, la asistencia médica y los servicios sociales necesarios; tiene asimismo derecho a los seguros en el caso de desempleo, enfermedad, invalidez, viudez, vejez u otros casos de pérdida de sus medios de subsistencia por circunstancias independientes de su voluntad." (Artículo 25.1). Curiosamente, la ignorancia de una ley no exime de su cumplimiento (ignoratia juris non excusat), pero la misma ignorancia si priva de derechos.
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