Observar
el momento, la situación.
Ver
el llanto correr por tu sonrisa.
Tocarte
las manos, congeladas;
clamar
al viento y a la brisa
que
tus palabras nunca fueron nada.
Sentir
dolor. Gritar.
Frustración.
Gritar.
Temor.
Gritar.
Morder
hasta que no quede nada.
Golpear
con argumentos.
Odiar
con palabras.
Observar,
acariciar,
mi
rostro, mi pelo,
mis
profundas manos
sosteniendo
tu velo.
Volver
la mirada, y pensar.
Callar
con palabras: reflexionar.
El
error llama a la puerta.
Lo
abres, lo dejas pasar.
La
carne, viva, plena, entre mis manos.
El
gozo.
Tus
labios, tu pecho, tu cielo;
tu
pelo acariciando el enviste de las sábanas;
tus
manos sosteniendo mi espada, mi techo.
Frenar
a tiempo.
Mirarte
a los ojos.
Reflexionar,
pensar.
Saber
que tu nombre no recorre mi alma.
Es de
noche.
Me
acaricia el llanto.
Me
duele a mí mismo.
Me
busco entre mi memoria,
pero
he desaparecido.
No. El no
llega rápido:
tus
ojos llorando.
Dolor
que se escapa de mi alma;
de
haber quemado el camino sembrado;
de
haber marchitado tu sonrisa.
Incertidumbre
ante los otros.
Ojos
que miran, que hablan,
que me
dicen palabras mal sonantes,
que me
escupen al rostro, a la cara.
Que me hunden, me aplastan.
Escapar,
huir.
Querer
quedarme fuera del momento.
No
buscar consuelo, sino tormento.
Observar
la vida, la felicidad.
Acercarme
a tu refugio.
Abrir
los labios;
mirar
tu rostro maltratado por mi tacto.
Pedir
disculpas, suplicar.
Asumir
el error. No volver a pecar.
El
daño, el daño,
el daño que nos mataba.
El daño que me creaba.
El
daño, el daño,
el daño que no he infringido.
El
daño...
Se
aleja corriendo como un perro herido.
D. S.
Cáceres (Foto: María Díaz Cruz) |
(Este poema es propiedad del autor. Extraído de Diálogos del alma y la vida)
BRAVO!
ResponderEliminarINCREÍBLE
ResponderEliminarMaravilloso Diego
ResponderEliminarMuchas gracias :)
ResponderEliminarPrecioso 😊
ResponderEliminarDiego, hazme tuyo esta noche
ResponderEliminarUn volcan de sentimientos.
ResponderEliminarGracias a todos.
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