4/2/15

The Imitation Game, o un Alan Turing a la medida...



Resulta ya una costumbre el ver películas históricas hollywoodiendeses, o incluso pretendidamente biográficas, dónde lo que prima no es contar la historia real tal y como sucedió, sino más bien utilizarlas como base y reclamo comercial para luego hacer lo que les da la real gana.
El último caso ha sido The Imitation Game (Descubriendo Enigma), del director Morten Tyldum, famoso por películas como Headhunters, en la que se cuenta la supuesta historia de Alan Turing, el científico inglés encargado de descifrar el código Enigma, utilizado por los nazis para comunicarse durante la II Guerra Mundial.
Turing fue un personaje que prácticamente no existió hasta los años 70. Toda su labor, vital e ineludible para el final de la gran contienda, fue un secreto de estado hasta entonces. Cuando se abrió este secreto, no sólo la obra de Turing empezó a conocerse, sino también su vida, y cómo el propio gobierno británico le hizo caer en desgracia, cuando en el año 1952 le declaró y condenó como criminal por el mero hecho de ser homosexual, cosa ilegal en aquellos años. Sí, este hecho es verdad, pero no es lo único, ni lo que más nos interesaba de la vida de Turing.
Desgraciadamente, en The Imitation Game, la imagen que se da de Alan Turing, no es la más cercana a la realidad, sino que más bien se le muestra como un héroe, abanderado de la homosexualidad. El Turing de la película es un personaje atormentado, cercano al problema mental, que mantiene complicadas relaciones con el mundo y las personas que le rodean. Pero el real no era así, o al menos en ningún sitio se dice nada así, más allá de que fuera un personaje más o menos excéntrico. Pero no, aquí quedaba mejor que el personaje fuera una especie de Sheldon Cooper, porque lo que hace grandes a los héroes es el estar transtornados o enfermos... sino que se lo digan a Forrest Gump. Ahora bien, Benedict Cumberbatch de pobrecito, está genial.
Y Turing, sí, fue un héroe, pero no tanto como se muestra en el film. Lo que Alan supo hacer fue, inteligentemente, aunar los esfuerzos de un equipo que se encontraba bajo su mando, y aprovechar los adelantos que ya habían llevado a cabo países como Polonia, para dar con una máquina, la Bomba (y no Christopher, como dicen en la película), con la que se pudieron descifrar los mensajes del batallón hitleriano.
Y luego llegan los amores... Joan Clark (Keira Knightley), el personaje que se presenta en la película como el amor no correspondido de Turing, tampoco fue tanto en la realidad. No fue tan única, muchas mujeres trabajaban en mismo lugar que Turing, incluso más que hombres. No fue tan amiga del protagonista, ya que como ella misma declaró, solo salieron un par de veces. No fue tan amor de Turing, de hecho, ella sabía ya que el científico era homosexual cuando se comprometieron, y la ruptura no fue para nada traumática. Y si hablamos de Christopher Morcom, algo parecido ocurre, de la amistad al amor hay un paso dicen, pero no tengo muy claro si ese paso se dio en el caso de la relación Turing / Morcom, como se da a a entender en el film. Lo que si que tengo, es que Morcom no le inició en el desencriptado de mensajes.
Y como estas me dejo un montón.
Lo que sí, la película entretiene. Uno tiene unas ganas locas de que terminen por descubrir el código Enigma, y cuando lo hacen, a uno se le ponen los pelos de punta, como si Spiderman hubiera salvado a Mary Jane en el último momento, o como si Liam Neeson se acabara de cargar a todos los secuestradores de su hija. Y es que es eso, ficción. Como si no hubiera suficientes libros en los que basarse, y con los que jugar, ahora Hollywood tiene que coger también personajes reales, a los que tunear a su gusto, para dar un mensaje también al gusto.
Ya lo saben, disfruten de The Imitation Game, pero... watch it with caution...


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