Morir
en el oasis de las lamentaciones,
porque
morir se puede morir de muchas formas.
Yo
elijo esta.
Morir
allí, donde la muerte no alcanza razones;
donde
la vida se aleja a pasos pequeños;
donde
mi nombre no resuena por los callejones;
donde
el amor no castiga con sus secretos.
Yo
prefiero un oasis.
Morir.
Morir
en un lugar desierto, tosco y muerto.
Morir
donde los besos no sean un tormento;
donde
la lluvia caiga en forma de hielo;
donde
el alma no se encoja de miedo.
Morir
donde las putas no follen;
donde
los ladrones no roben;
donde
los banqueros no nos sacrifiquen;
donde
los políticos no nos martiricen.
Morir
donde la hipocresía no exista.
Yo
elijo morir;
donde
nuestros nombres no encuentren norte;
donde
el frío caiga quemando cascotes;
donde
los labios no sufran besando tus besos;
donde
los ojos sean más que un escaparate imperfecto.
Morir
en el oasis de las lamentaciones,
de
las partes infinitas de las traiciones,
de
las convulsiones que expulsa mi mente.
Morir
bajo el cálido aire de la
locura intransigente.
Morir
donde la indecisión no sea una medida.
Morir
donde el atroz miedo ya no me oprima.
Yo quiero morir,
morir en el oasis de las lamentaciones.
D. S.
Sierra de Gredos (Foto: María Díaz Cruz) |
(Este poema es propiedad del autor. Extraído de Diálogos del alma y la vida)
Excelente
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminar¡Muchas gracias! :)
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