6/2/15

La construcción del prejuicio

Las personas tienden a identificarse socialmente con otras, es así como se generan los roles con los cuales nos categorizamos en un grupo determinado y asumimos ciertos atributos. Esta organización de roles junto con los valores de cada grupo, ayudan a construir la realidad social que percibimos.

La naturaleza del prejuicio surge de un error de atribución en dicha realidad social. Se basa en sobrestimar los factores personales y subestimar los aspectos de la situación, es decir, en no  detenerse a entender las causas externas de las personas y únicamente cerrarse a lo que los valores sociales de cada grupo dictan como bueno o malo según sus características internas. De modo que, una diferencia, por muy  pequeña que sea, puede desencadenar prejuicios (reconstrucciones de la realidad para omitir lo diferente).

Tras la muerte de Martin Luther King, la profesora de un colegio de primaria en Riceville, Jane Elliot, quiso experimentar con la conducta de discriminación tras el sentimiento de prejuicio. Para ello desarrolló un experimento en el cual dijo a los alumnos de su clase (niños de 7 a 8 años) que las personas que tienen los ojos azules son superiores a las que tienen los ojos marrones. Repentinamente, los pupilos que pensaban que tenían características mejores a las de sus compañeros comenzaron a desarrollar una personalidad autoritaria, comportándose de manera cruel con los que consideraban inferiores. Por su parte estos, asumieron un rol de sublevación y se agruparon entre sí. El experimento apenas abarcó 30 min (luego se les comunicó, forzosamente,  que había sido una prueba) y en ese tiempo se observaron numerosos actos de discriminación. Quince años más tarde, la profesora Jane Elliot reunió a los propios alumnos, los cuales se quedaron atónitos al observar las fuertes imágenes del comportamiento que adoptaron durante aquel experimento.

Por lo tanto, podemos  señalar que los prejuicios carecen de una elaborada corroboración  para que se propaguen y son divulgados con rapidez. Estos, a su vez, pueden transformar nuestra personalidad, ya que son capaces de convertir a una unida clase de inocentes de niños de 7 años, en horribles criaturas cargadas de odio.

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