Las personas tienden a
identificarse socialmente con otras, es así como se generan los roles con los
cuales nos categorizamos en un grupo determinado y asumimos ciertos atributos. Esta
organización de roles junto con los valores de cada grupo, ayudan a construir
la realidad social que percibimos.
La naturaleza del
prejuicio surge de un error de atribución en dicha realidad social. Se basa en
sobrestimar los factores personales y subestimar los aspectos de la situación,
es decir, en no detenerse a entender las
causas externas de las personas y únicamente cerrarse a lo que los valores sociales
de cada grupo dictan como bueno o malo según sus características internas. De
modo que, una diferencia, por muy
pequeña que sea, puede desencadenar prejuicios (reconstrucciones de la
realidad para omitir lo diferente).
Tras la muerte de
Martin Luther King, la profesora de un colegio de primaria en Riceville, Jane
Elliot, quiso experimentar con la conducta de discriminación tras el
sentimiento de prejuicio. Para ello desarrolló un experimento en el cual dijo a
los alumnos de su clase (niños de 7 a 8 años) que las personas que tienen los
ojos azules son superiores a las que tienen los ojos marrones. Repentinamente,
los pupilos que pensaban que tenían características mejores a las de sus
compañeros comenzaron a desarrollar una personalidad autoritaria, comportándose
de manera cruel con los que consideraban inferiores. Por su parte estos,
asumieron un rol de sublevación y se agruparon entre sí. El experimento apenas
abarcó 30 min (luego se les comunicó, forzosamente, que había sido una prueba) y en ese tiempo se
observaron numerosos actos de discriminación. Quince años más tarde, la
profesora Jane Elliot reunió a los propios alumnos, los cuales se quedaron
atónitos al observar las fuertes imágenes del comportamiento que adoptaron
durante aquel experimento.
Por lo tanto, podemos señalar que los prejuicios carecen de una
elaborada corroboración para que se
propaguen y son divulgados con rapidez. Estos, a su vez, pueden transformar
nuestra personalidad, ya que son capaces de convertir a una unida clase de
inocentes de niños de 7 años, en horribles criaturas cargadas de odio.
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